Don Abundio sale muy raras veces del Potrero. Explica la razón de no querer salir:
-¿A qué voy a buscar lo que no se me ha perdido?
En ocasiones, sin embargo, logro que vaya conmigo a la Ciudad. Se aburre un poco siempre. Dice:
-Aquí es difícil ver bien. Luego luego la vista choca contra las paredes.
El domingo pasado lo llevé a una de esas grandes tiendas de departamentos. Volvió la vista a todas partes, lo miró todo con atención y luego dijo:
-Nunca había visto tantas cosas que no necesito.
Don Abundio tiene la más rara de todas las sabidurías: la del sentido común. Y también tiene la más rara de todas las riquezas: la de aquel que es rico no por tener muchas cosas, sino por necesitar muy pocas.