Paz interna
La paz divina sosiega mi mente y mi corazón.
Aveces, siento que las circunstancias de la vida me abruman. Cuando estoy en medio de un desacuerdo, quizás me sea difícil recordar la quietud que yace en mí. Al cambiar mi enfoque y regresar a mi centro, avivo mi fuente de paz.
El amor de Dios es mi ancla. Lo único que tengo que tener presente es que el amor y la armonía moran en mí. Al descansar por unos momentos en la quietud del silencio, permito que la presencia de Dios fluya y me sosiegue. Esta paz bendita alivia mi alma y mi corazón. Cuando tengo que superar un desafío, recuerdo que la paz de Dios yace en mí, y siento sus cualidades transformadoras.
Haré con ellos un pacto de paz; un pacto perpetuo será con ellos. Yo los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. --Ezequiel 37:26
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