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De: MERRY (Mensaje original) |
Enviado: 22/12/2010 08:39 |
La rana Prudencia —que decían era sabia y serena— tenía por costumbre saltar por las mañanas e ir tras sus presas (como los insectos).
La rana siempre observaba cómo los humanos se bañaban en el río; siempre, siempre quiso estar cerca de los hombres pero, temerosa, la rana no se acercaba, ya que había observado cómo las personas depredaban la vida silvestre.
Una vez la rana Prudencia se puso a cantar para llamar la atención, haciendo que los humanos tuvieran varias reacciones: a unos les molestó su croar, otros la veían como algo necesario porque se comía a los insectos, a los intolerantes les daba por apedrearla y otros —que sabían que la rana se podía comer— la dejaban en paz.
Un día oyeron cómo la rana croaba sin cesar, pero la rana Prudencia no había visto que encima de ella estaba una serpiente; al momento que la serpiente abría la boca para atrapar a Prudencia y tragársela, pasó un humano y, al ver que a la rana se la tragaría la serpiente, recogió una piedra y la asentó en la cabeza de la serpiente.
La rana, asombrada, creyó que los humanos ya se habían comprometido a cambiar de conducta y que protegerían a las ranas. Prudencia volteó a ver al humano y, agradecida, le movió la cabeza y empezó a croar una y otra vez, por lo cual el humano decidió llevarla a su casa.
La rana ya se veía durmiendo en la cama, comiendo en el comedor, bañándose en el baño... hasta creyó que se podría lavar los dientes.
La rana fue puesta en un recipiente con agua y creyó que ahí estaría a salvo de sus depredadores naturales, como son las diversas serpientes y uno que otro reptil de gran tamaño.
La rana nadaba y se sentía feliz; a su alrededor veía flora que nunca habría visto, incluso que se podía comer y sobre la cual se podía postrar.
Prudencia estaba feliz; nunca en su vida había soñado con tanta comodidad, pero se le había olvidado que estaba al cuidado de un ser humano; de repente la rana empezó a sudar, lo cual la hacía comer más; empezó a sentirse incómoda; ya no podía ir hasta el fondo del recipiente ya que había burbujas que la llevaban a la superficie; de repente empezó a sentir calor, se empezaba a deshidratar; el calor ya había pasado los 30, 40 y 60 grados de temperatura, ya estaba el agua en su mayor ebullición a los 90 grados cuando la rana se dio cuenta de que estaba en una olla, y que la olla estaba sobre una estufa.
La rana ya no pudo saltar no porque perdiera agilidad, sino porque su cuerpo estaba ya cocido internamente.
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De: MARA |
Enviado: 22/12/2010 10:43 |
MERRY
POBRE DE LA RANA
MARA |
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De: c3l14 |
Enviado: 22/12/2010 15:49 |
Hayyy Merry que historia,, que orrible somos los humanos, comelones toodo comemos,,
pobre ranita,,, inocente y confiada,,
no me gustóooo,,
Pero gracias por estar y compartir,, siempre deseandote todo lo mejor del mundo ,,hasta siempre,, Celi. |
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