Abogado regiomontano (Se dice que los regiomontanos (de donde vivo) son avaros)
Una institución de Monterrey de caridad,
jamás había recibido ni una sola donación por parte de uno de los abogados más
ricos de la colectividad neolonesa de la localidad.
Un día, el director
de la institución decidió ir personalmente a hablar con el abogado, acerca
de este asunto.
- Pues, verá..., quería hacerle notar, si me lo permite y
con todo el respeto que su persona me merece, que, según nuestros datos, nos
consta que usted gana más de tres millones de dolares al año y nunca nos ha
donado nada, ni un solo céntimo, para nuestras obras de caridad. ¿Querría
usted, mediante suscripción, contribuir con cierta cantidad a nuestras
obras?
El abogado, que había escuchado muy atento, quedó pensativo por
unos instantes y luego respondió:
- ¿Consta en sus datos que mi madre
está muy enferma y que sus gastos médicos están muy por encima de su pensión
anual de jubilación?
- Ah, no, por supuesto que no -murmuró el
director.
¿Qué estoy separado y a mi mujer le paso un dineral? -
No.
-¿Y les consta que mi hermano pequeño es ciego y no encuentra
trabajo? El director ni abrió la boca.
-¿Dicen algo sus datos -prosiguió
el abogado- acerca de que Jordi, el marido de mi hermana, murió hace poco en
un terrible accidente y la dejó sin dinero y con cinco hijos pequeños?
-
Desde luego que no -respondió humillado el director-. .... Discúlpeme,no tenía
ni la menor idea de todo eso
- Y en sus registros,
¿figura, por ejemplo, que tengo a mi padre, diabético y enfermo del corazón,
en una silla de ruedas desde hace más de diez años?
- Lo siento. No, no
sabía nada. Me deja usted perplejo.
- ¿Pero sí supongo que sabrá que dos
de mis sobrinos son Sordomudos? -volvió a preguntar el
abogado. .....Apenas pudo oírse el «no» del director
- Y, por si eso
fuera poco -continuó el abogado- ¿saben ustedes que la empresa de mi hermano
mayor, el padre de los sordomudos, ha quebrado con la crisis y está
prácticamente arruinado?
- Pues no, la verdad -respondió avergonzado el
director, por el papelón hecho-. Lo siento de veras; no tenía ni la menor idea
de todo lo que usted me ha dicho.
- Entonces -dice el abogado-,
dígame:
-¿por qué fregados tengo que darle dinero a usted, si no se lo
doy a ellos?-
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