SI QUIERES QUE TE QUIERAN... QUIERE
Tengo grabada la respuesta de mi papá. Hace unos días
celebramos, con una cena en familia, los 50 años de casados de mis papás. Fueron
momentos felices, de esos en los que uno le da gracias a la vida por
tantas bendiciones. A la hora
del café, Macarena, una de mis cuñadas, le pregunta a mis papás qué consejo nos
darían a quienes aspiramos a cumplir tantos años de casados, tan compenetrados
como ellos lo están. Mi mamá contestó que era cuestión de construir poco a poco,
y cada día, los pilares que sostienen el matrimonio, como el amor, la tolerancia
y la comprensión. Mi papá, que es de pocas palabras, sólo dijo: si quieres ser feliz, haz feliz a tu pareja. Si
quieres que te quieran, quiere. Este
concepto retumbó en mi cerebro, y sigue haciendo eco con mucha frecuencia, ya
que es aplicable no sólo con nuestra pareja, sino en cualquier campo y tipo de
relación humana. Si observamos,
¿por qué al ver un bebé que nos sonríe, de inmediato compra nuestro corazón? o
¿por qué nos gana nuestro perro cuando llegamos a casa y al vernos, ladra y se
alborota como si fuéramos el único ser viviente sobre la
Tierra? Si
criaturas tan inocentes lo saben y lo hacen por algún instinto divino, ¿por qué
no lo hacemos nosotros? Si sólo mostráramos interés y cariño por los demás, en
un mes ganaríamos más amigos de los que ganaríamos en un año. Pero estamos muy
ocupados. ¿Cuántas veces hemos estado dispuestos a hacerlo? Hablamos
de nuestros logros, de nuestras cualidades, de lo bien que va nuestro negocio,
de lo inteligentes que son nuestros hijos... Y lo único que ganamos es quedar
muy bien ante nosotros mismos. Nada más. La realidad es, por cruda que sea, que
los otros no se interesan por mí, ni por usted. Se interesan por ellos mismos.
¡Todos nos interesamos primero por nosotros mismos!
Recordemos que
tenemos un gran ego. ¿Sabía usted que la Compañía Telefónica en Nueva York
realizó un detallado estudio de las conversaciones por teléfono y comprobó que
la palabra "yo" es la que se usa con más frecuencia? En 500 conversaciones
telefónicas se utilizó 3 mil 990 veces "yo, yo, yo, yo". Cuando vemos
una fotografía de grupo en la que salimos, ¿a quién vemos
primero? Alfred Adler,
el famoso psicólogo vienés, escribió: "El individuo que no se interesa por sus
semejantes es quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa las
mayores heridas a los demás. De esos individuos surgen todos los fracasos
humanos". ¡Y cuán cierto es! Cuentan que a
Ghandi, al bajarse del tren en que viajaba, se le salió una de sus sandalias y
fue a parar en medio de la vía. Como el tren estaba en movimiento, no la pudo
rescatar. Para el asombro de sus compañeros, tranquilamente se quitó la otra y
la lanzó de manera que quedara junto a la anterior. Cuando un acompañante
le preguntó por qué lo hacía, Ghandi sonrió. "El pobre hombre que se
encuentre ese zapato sobre la vía", respondió, "ahora tendrá un par para usar".
Usted o yo, ¿haríamos lo mismo? Usted dirá... ¡claro, es Ghandi! Sin embargo,
podemos reducir su filosofía a la misma frase que titula esta
colaboración.
No hay vuelta
de hoja. Si quieres que te quieran, quiere. Si queremos obtener amigos, o
estrechar más los lazos, dediquémonos a tener pequeños detalles hacia ellos, a
hacer cosas por los demás, cosas que requieran entrega, tiempo, energía,
altruismo... Si quiero a las personas, se los demuestro siendo cortés y amable
con ellas. Bueno, hasta con un sencillo saludo. Recuerdo a mi
querida amiga Pachela. Toda la gente que la conoció hablaba maravillas de ella,
y le caía bien a todo el mundo. ¿Su secreto? Siempre se interesó por los
demás y nos hacía sentir especial a cada una de sus 500 mejores amigas. Si la
encontrábamos en la calle, nos saludaba como si fuéramos "rock stars". Parecía
que no nos había visto en años, aunque la hubiéramos visto la semana
anterior. También
recuerdo cuando, hace poco, pasé mi cumpleaños en un curso fuera de mi casa,
rodeada de extraños. A la hora de la cena, ¡todos cantaron, unas lindas señoras
trajeron un pastel que habían ido a comprar al pueblo, me regalaron una tarjeta
muy escogida y firmada por mis compañeros! Después de quedar totalmente
conmovida, con remordimiento pensé que yo nunca hubiera hecho algo así. ¡Qué
horror!
Recordemos lo
que señaló Publio Syro, un poeta romano de antes de Cristo: "Nos interesan los
demás cuando se interesan por nosotros". Quizá porque me
falta hacerlo, la frase dicha por mi papá sigue retumbando en mi
cabeza: si quieres que
te quieran... quiere.
Gaby
Vargas
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