No importa si vivimos solos o acompañados de nuestra pareja e hijos. Una vez en casa, cansados físicamente y agotados mentalmente, solemos desplomarnos en el sofá. Y justo en ese preciso instante, después de un dia marcado por la obligación de hacer y el deseo de tener, nos encontramos inmediatamente con nuestro ser. Es sin duda el verbo más importante de nuestra vida, pero también al que prestamos menos atención. De ahí que sentados en el sillón solos, en silencio y sin hacer nada, nos invada una incómoda sensación. Es como un runrún que empieza a vibrar con fuerza en nuestro interior, una experiencia conocida como "vacio existencial".
Lo paradójico es que al empezar a conectar con nosotros mismos, con lo que sentimos en nuestro interior, solemos encender la televisión de forma mecánica con la intención de evadirnos de esa molesta y desagradable sensación. Es un acto sutil, totalmente inconsciente. Y lo cierto es que después de tantos años siguiendo este mismo ritual, huir de nosotros mismos termina por convertirse en una rutina. Lo hacemos por una simple cuestión de comodidad e inercia.
De hecho, según los informes que realiza la Corporación Muiltimedia, los españoles nos pasamos una media de cuatro horas al dia delante de la caja tonta. Se estima que nos tragamos al menos una hora de anuncios publicitarios y otra haciendo zapping.
Y eso no es todo. Según un estudio de la Asociación Europea de Publicidad Interactiva, la actividad de navegar por Internet ya supera en número de horas a la semana a la de ver la tele. Visto con perspectiva, nuestro tiempo de ocio empieza a tener un denominador común; estar sentados, narcotizándonos delante de una pantalla. De ahí que algunos sociólogos constaten que hemos entrado en una nueva era con un nuevo tipo de ser humano: el homo evasivus. Es decir, "el hombre que se evade de si mismo".
Llegados a este punto, los psicólogos y coachs contemporáneos proponen una serie de preguntas para averiguar qué hay detrás de nuestra adición a escapar de nuestro mundo interior: "¿Cuánto tiempo dedicamos cada dia a estar realmente con nosotros mismos sin evadirnos? ¿Qué necesidad tenemos de entretenernos? ¿Qué sentimos cuando estamos a solas, en silencio y sin nada con lo que distraernos? Y en definitiva: ¿somos conscientes de que huir de nosotros mismos no es la solución, sino el problema?
¿POR QUÉ HACEMOS LO QUE HACEMOS??
"El aburrimiento es un síntoma inequívoco de que no estás a gusto contigo mismo" (Erich Fromm)
Resulta incómodo cuestionar nuestro estilo de vida. Pero tarde o temprano no nos va a quedar más remedio que pararnos y ver qué ocurre en nuestro interior. Y este ejercicio de honestidad, humildad y coraje es el principio de la verdadera crisis existencial, que no es más que asumir la responsabilidad y el compromiso de resolvernos a nosotros mismos.
Al estudiar la etimologia de las palabras, nos damos cuenta de que en este caso el problema es también la solución. El término malestar, por ejemplo, está compuesto por el adjetivo mal y el verbo estar y básicamente significa "estar mal". Un sinónimo contemporáneo, totalmente aceptado por la sociedad, es el aburrimiento. Procede del latín abhorrere, que quiere decir "tener horror". Es decir, que cuando afirmamos estar aburridos, en el fondo estamos diciendo que sentimos horror dentro de nosotros. De ahí que para escapar nos orientamos hacia la diversión. Lo cierto es que este sustantivo, que viene del verbo latino divertere, significa "apartarse, alejarse, desviarse de algo penoso o pesado". Recapitulando, sólo cuando estamos mal experimentamos horror en nuestro interior, lo que nos lleva a apartarnos y alejarnos de nosotros mismos, buscando distracciones de todo tipo en el exterior.
"Se trata de analizar si trabajo, consumo o diversión son medios de escapar del malestar o fines en sí mismos"
No se trata de demonizar el trabajo, el consumo y la diversión. Pero sí de reflezionar acerca de si son medios para escapar de nuestro malestar, o dines en sí mismos con los que disfrutar de todo cuanto nos ofrece la vida. Y es que podemos ver la tele o navegar por Internet para matar el tiempo, o bien podemos hacerlo como resultado de una elección consciente. La clave para saber desde dónde tomamos la decisión se encuentra en lo que nos mueve a hacerlo.
El primer paso es a menudo el más difícil. Consiste en salirnos de la rueda para dedicar tiempo y espacio para estar con nosotros mismos. Porque es en el silencio y en la inactividad donde reconectamos con lo que somos. Y dado que llevamos tantos años escapando de nuestro dolor, insatisfacción y malestar, esto es precisamente lo primero con lo que nos encontramos. Forma parte del proceso de autoconocimiento. Es la cortina de humo que nos separa de nuestro verdadero bienestar.
Para salir de este círculo vicioso hemos de adueñarnos de nuestro diálogo interno. Así, podemos contrarrestar nuestra inercia mental con nuevas preguntas: "¿Quiénes somos? ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué le falta a este momento para sentirnos felices?".