Es una tarde tibia de sol. Me acompaña en el hogar un raro silencio cargado de voces... ¡Es mi silencio!
Muchos otoños e inviernos, primaveras y veranos se sucedieron y dejaron sus ecos que llenan este espacio de ahora.
Es un silencio lleno de imágenes que, en su momento fueron angustia, alegría, dolor, exaltación.
Todos los interrogantes sin respuestas caben en él.
Es un silencio que se hace tangible como algo corpóreo.
Tiene estridencias de gritos que quedaron ahogados en la garganta; lágrimas que quemaron los párpados sin llorar;
ilusiones que no florecieron y que yacen mustias frente a un ramillete fragante y lozano de otras que son realidades.
Mi silencio tiene resonancias de nido vacío.
Es un silencio pleno de un amor sin medida que llena las horas nostálgicas.
Silencios cargados de anhelos cuando ya la vida es un puñado chiquito de tiempo que se va rápidamente.
¡Silencio!... ¡Silencio!... Me rodea el silencio y duele en mi corazón la hondura y la enormidad elocuente de este silencio,
aparentemente tan vacío y sin embargo tan lleno de todos los instantes de mi vida.
Ahi va el silencio que guardo..... Silencio.