Es evidente que para ser
más feliz hay que sufrir menos. ¿Y cuál es la causa principal del sufrimiento?
Es el apego a las personas y a las cosas.
En la medida que hagas
depender tu vida de las cosas que poseas, más sufrirás. Entre otras razones
porque pasarás toda tu vida gastando energía para tener más dinero que te
permita tener más cosas, luego gastar dinero en mantener las cosas, en renovar
las cosas, en cuidar las cosas y en proteger las cosas.
No podrás salir tranquilo por
temor a perder las cosas, pondrás cerraduras y barrotes en tu casa de tal modo
que parecerá una cárcel contigo y las cosas adentro.
El problema es que realmente
las cosas no dan seguridad y felicidad por sí. Entonces siempre estarás
insatisfecho por más cosas que tengas. Te dirás: –cuando me retire me dedicaré a
disfrutar de las cosas.
Pero cuando te retires
estarás tan enfermo por la energía gastada y tan temeroso que ya será demasiado
tarde para gozarlas. Tus herederos estarán además pendientes que te mueras para
repartirse las cosas.
Las cosas no son eternas. Se
envejecen, se pierden, se incendian, se las roban.
Generalmente esta actitud va
unida a pensar que las personas también son cosas, que se puede esperar algo de
ellas y que se pueden poseer. Aquí se sufre más todavía, pues las personas no
harán siempre lo que se espera de ellas. Son más impredecibles que las
cosas.
Está bien tener cosas. Y
tenemos que tener amigos para ser felices. El error está en depender de su
posesión para sentirse seguros.