Sueños de gente madura
© Letícia Thompson
Maduro no es quien ya estuvo tiempo suficiente en la vida; es quien tiene vivencias, que pueden no estar necesariamente asociadas a la edad.
Todo en la vida es encanto cuando ingresamos en la adolescencia. Todos los sueños son posibles, todo es fiesta y el paraíso parece estar al alcanze de nuestras manos. Hallamos que el primero amor va a durar para siempre, que vamos a evolucionar en el trabajo, que las personas con las cuales convivimos serán siempre sinceras y gentiles.
Un día, somos puestos delante de los primeros obstáculos: perdemos nuestro amor, anochece en el paraiso, descubrimos que necesitamos competir y trabajar duro para llegar a algún lugar y que no todas las personas quieren nuestro bien. Nuestros sueños se quiebran y adquirimos experiencias, nos volvemos adultos, maduramos. Y duele; duele nuestro ser, duele la vida.
Algunas personas desisten, se cansan de los desengaños y se déjan llevar. Nunca crecen, nunca construyen nada. Dejan de creer en sus sueños y de su poder mágico. Envejecen prematuramente, se vuélven gruñonas y mal humoradas. El mundo está lleno de ellas.
Sin embargo, hay personas maduras que todavía sueñan. Sólo que es un sueño distinto. Los Jóvenes sueñan construir, comenzar, conquistar. En cambio ellas sueñan en reconstruir, recomenzar, reconquistar.
Personas maduras sueñan despues de haber vivido, después de haberse quebrado la cara, de haber tenido decepciones, de haber tenido pesadillas, aunque ya hayan enfrentado la dura realidad de la vida, que no todos los sueños se realizan. Pero ellas saben que vale la pena soñar. Y aún sueñan... conscientemente!
Caen, recomienzan y recomienzan cada vez que caen.
Creen siempre que la próxima vez va a ser diferente.
Colocan sus sueños en las manos y no los largan! Generalmente, esas personas viven más tiempo y el tiempo que viven es bien aprovechado. Son idealistas y benditas!
Las personas maduras que aún sueñan son el sueño de la vida, son la proyección de los mejores deseos de Dios aquí en la tierra.
Mara