No sabemos su
nombre, tampoco su edad exacta (aunque por la apariencia de sus manos podría
rondar los sesenta), pero se ha convertido en un héroe para otras cinco
personas. Gracias a este «buen samaritano» se ha podido realizar en España la
primera cadena de trasplante de riñón entre vivos.
En su caso, la
figura bíblica cobra más sentido que nunca pues el donante iniciador de la
cadena es «un hombre de Dios», miembro de una congregación religiosa.
El religioso
catalán se puso en contacto con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT)
cuando se enteró de que se podía donar un riñón en vida sin importar a quién iba
destinado. Tras pasar las pruebas físicas y psicológicas y dar su consentimiento
ante un juez, la ONT buscó la mayor cadena que se pudiera realizar.
Seleccionaron a dos parejas del programa de trasplante renal cruzado, una
catalana y otra andaluza, y a una sexta persona, el último eslabón, que llevaba
tres años esperando un riñón de donante fallecido.
La cadena comenzó
el 6 de abril en la Fundación Puigvert, donde el religioso donó su riñón al
marido de la pareja catalana, la esposa donó su órgano al marido de la pareja
andaluza, cuya mujer donó a su vez su riñón a una paciente de la lista de espera
de trasplantes. Todas las intervenciones se realizaron el mismo día y a la misma
hora y fue el órgano el que viajó desde Barcelona hasta el Hospital Virgen de
las Nieves de Granada, y no el donante, en un jet que tarda unos 45 minutos.
Tanto los donantes como los receptores ya han recibido el alta y se encuentran
bien de salud.
Los motivos
del «buen samaritano»
La idea de donar un
riñón a un extraño no surgió de un día para otro. Hace años, el religioso
catalán estuvo preso en una cárcel de un país latinoamericano, «por razones
administrativas, que no delictivas», como matiza él mismo en un vídeo en el que
no se le puede ver el rostro (los donantes son siempre anónimos); donde se
hablaba del tráfico de órganos humanos. «Este fue el punto de partida y de
reflexión profunda que me ha llevado a la donación del riñón», asegura este
hermano barcelonés.
Cuando le preguntan
como se siente tras la donación, bromea: «Personalmente, me siento más ligero».
Chistes aparte, este «buen samaritano», afirma que «la calidad y el sentido de
esta donación suepera con creces cualquier agradecimiento». «Soy religioso y
dando recibo muchísimo más que el que recibe», puntualiza.
Para hacer entender
los motivos que le han llevado a realizar un acto tan generoso, ha puesto de
ejemplo a Teresa de Calcuta: «En una entrevista, el periodista le dijo que no
haría el trabajo que ella hacía ni por un millón de dólares, a lo que la
religiosa contestó que ella tampoco lo haría, pues lo hacía por amor a Dios». «A
mí me ocurre lo mismo, solo que ella dedicó toda la vida y yo solo unos días»,
señala.
No es el único que
ha mostrado su disposición a convertirse en «buen samaritano». Desde que la ONT
anunció su intención de desarrollar esta nueva forma de donación, se han
presentado 35 voluntarios, aunque 18 ya han sido descartados por
contraindicaciones médicas. El perfil de este tipo de donante es «muy difuso»,
apunta el director de la ONT, Rafael Matesanz, puesto que hay personas de todas
las edades, desde los 18 a los 69 años, hombres y mujeres y de distintas
religiones.
Programa de
trasplante renal cruzado
Este tipo de
donaciones con «buenos samaritanos» ya se realizan en otros países como Holanda,
Reino Unido y Estados Unidos y «multiplica por 10 las posibilidades de realizar
combinaciones compatibles», como ha señalado Luis Guirado, nefrólogo de la
Fundación Puigvert.
La ONT cuenta con
un programa de trasplante renal cruzado en el que hay un total de 13 centros
adscritos y en el que pueden inscribirse aquellos enfermos renales que necesiten
un trasplante y tengan una pareja o familiar que estén dispuestos a donar pero
no sean compatibles. Hasta el momento, se han apuntado un total de 62 parejas y
se han podido realizar cuatro trasplantes en cadena, todos ellos sin un «buen
samaritano».
Además, apunta
Matesanz, la donación en vivo de riñón tiene un riesgo muy bajo para el que
dona. «Si el donante no tiene ningún factor de riesgo, ni siquiera hipertensión
u obesidad, la posibilidad de desarrollar insuficiencia renal al quedarse con un
riñón es muy baja o nula», ha explicado. De hecho, asegura, «la supervivencia de
donantes es mayor que la de la población general, no porque sea sano donar un
riñón, sino porque son personas muy bien seleccionadas».
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