EL SECRETO DE UNO DE LOS MANJARES MAS
DELICIOSOS
Pese a que los europeos llegaron por primera vez a
América en 1492 con el primer viaje de Cristóbal Colón, con el permiso de los
vikingos, no fue hasta la invasión y conquista de México por parte de Hernán
Cortés cuando los europeos entraron en contacto con la planta del cacao y su
bebida.
A su llegada a España, la planta se introdujo con
el nombre de cacao, y su bebida llamada por los aborígenes ‘agua amarga’ (Nauatl
xocoatl) se introdujo con el nombre de chocolate. En poco tiempo el chocolate se
convirtió en toda una sensación en las altas sociedades españolas, y en cuestión
de 200 años era un producto extendido por todo el viejo continente, aunque su
consumo era tan sólo mayoritario en los países católicos.
En el siglo XVIII aparecieron los primeros
procesos industriales para fabricar chocolate solidificado, con lo que su uso se
extendió en los países protestantes, donde el uso del té y del café había
relegado a la bebida de chocolate a un uso marginal.
Pero desde el primer momento, al margen de los
aditivos para conseguir sus distintas formas y sabores, la composición de los
distintos chocolates se ha mantenido un denominador común. Además de la manteca
y del azúcar, todos los chocolates poseen el chocolate líquido en sí, obtenido
tras la fermentación, secado y tostado del grano de cacao molido sin
cáscara.
En base a distintas combinaciones de estos tres
ingredientes y algunos adicionales más como la leche o las almendras, se han ido
elaborando distintos chocolates, como el chocolate con leche, el chocolate con
almendras, el chocolate a la naranja hasta que en 1930 una compañía suiza rompió
las reglas.
En aquel año, Nestlé comercializó una barrita
llamada Galak. Esta barrita a la que Nestlé se refirió como chocolate blanco
tenía la peculiaridad de sustituir el chocolate líquido por leche, con el fin de
quitar la amargura del cacao del producto final. Para que se mantuviera el
adictivo sabor a cacao, en vez de utilizar una grasa cualquiera utilizó manteca
de cacao, uno de los residuos de la fabricación del chocolate líquido.
Por esta razón, el chocolate blanco, pese a ser un
derivado del cacao, no se debería denominar chocolate como tal. Además, a causa
de sus distintos ingredientes, en vez de ser una mezcla de amargo y dulce, el
chocolate blanco es únicamente dulce.
Yendo un poco más lejos, el chocolate blanco se
considera a día de hoy mucho más perjudicial para la salud que el chocolate de
verdad. La deficiencia de cacao en el chocolate blanco se compensa en su
fabricación con grasas y glúcidos, perdiendo además los beneficios del cacao,
entre los que destaca la ayuda a mejorar la hipertensión en unas cantidades
mínimas recomendadas.
Seguramente tu tampoco conocias la historia del
chocolate tan curiosa... Curiosa y sorprendente, verdad? Y vaya chasco, con lo
que a mi me gusta el chocolate blanco...