LA ROSA Y
EL SAPO
Había
una vez una rosa muy hermosa y bella. ¡Se sentía maravillosamente al saber que
era la rosa más bella del jardín! Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la
veía de lejos.
Un
día se dio cuenta de que al lado de ella siempre se colocaba un sapo grande y
oscuro, motivo por el que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo
descubierto, le ordenó al sapo que se fuera de inmediato. El sapo muy obediente
le dijo: Está bien, me marcho si así lo
quieres.
Poco
tiempo después, el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la
rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:
- Te veo francamente mal. ¿Que te pasó?
La rosa
contestó:
-Es que desde que te fuiste, las hormigas me han comido día
a día y nunca he podido volver a ser igual.
El sapo
sólo contestó: ¡Pues claro! Cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por
eso siempre
eras la más bella del jardín.
Moraleja: Muchas veces
despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o
simplemente que no nos "sirven" para nada. Dios no hace a nadie para que
esté de sobra en este mundo. Todos tenemos algo especial que hacer, algo que
aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No
vaya a ser que esa persona nos esté haciendo un bien del cual ni siquiera seamos
conscientes.
Una
linda reflexion que nos pone a pensar en dejar el yo