Un señor
trabajaba en una planta empacadora de carne en Noruega. Un día terminando su
horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; se
cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador.
Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La
mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible
escucharlo por el grosor que tenía esa puerta.
Llevaba
cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte.
De
repente se abrió la puerta. El guardia de seguridad entro y lo rescató.
Después de esto, le preguntaron al guarda a qué se debe
que se le ocurrió abrir esa puerta sino es parte de su rutina de trabajo?. Él
explicó: “llevo trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores
entran a la planta cada día. Este señor es el único que me saluda en la
mañana y se despide de mi en las tardes.
El resto
de los trabajadores me tratan como si fuera invisible. Hoy me dijo “ hola ”
a la entrada, pero nunca escuché - hasta mañana - Yo espero por ese hola,
buenos días, y ese hasta mañana - cada día. Sabiendo que todavía no se
había despedido de mi, pensé que debe estar en algún lugar del edificio, por lo
que lo busqué y lo encontré ”.