El apóstol Pablo figura a Cristo a
la cabeza de la procesión de la victoria, y nosotros le seguimos a El en
celebración triunfante como el vencedor universal. El es el Rey de
Reyes y Señor de Señores.
Pablo escribió, “Pero gracias a
Dios, que hace que siempre triunfemos en Cristo y que manifiesta en todo lugar
el olor de su conocimiento por medio de nosotros ”(II Corintios
2:14).
Pablo tuvo en mente el Triunfo
Romano. La ilustración es la entrada
triunfal de un héroe militar a la ciudad de Roma. En una procesión triunfante los generales de
victoria marcharon en un cierto orden por las calles de Roma al Capitolio. Primero vinieron los magistrados, oficiales
del Estado seguidos por el Senado Romano y después los de las trompetas. Por ultimo iban los soldados quienes llevaban
su botín tomado de los vencidos. La
siguiente ilustración y modelos de las ciudadelas y barcos vencidos fueron
llevados juntamente en el desfile.
Seguía el toro blanco para el sacrificio, y despues las autoridades
cautivas, sus jefes y generales capturados con cadenas quienes serian ejecutados
antes que finalizara el día en el
sacrificio. Siguiendo a ellos venían los músicos y los sacerdotes columpiando sus incensarios con un
dulce y oloroso incienso ardiendo en ellos. Para las victimas
conquistadas el incienso tiene el hedor de muerte esparciéndolo todo sobre
ellas.. Para el ejército victorioso la
fragancia tiene el aroma dulce de victoria.
Finalmente, El general vencedor desfila en un carruaje manejado por
cuatro caballos blancos. Su familia y su
ejercito lo seguían usando sus decoraciones y gritando triunfo!
triunfo!
Cristo
es el vencedor universal marchando en triunfo, a través de los corredores en el
tiempo del mundo vencido. El está en el
principio y nosotros, sus guerreros escogidos marchando atrás de él, gozándonos
del beneficio de su conquista. Aquellos
que marchan en la procesión de Cristo están emitiendo toda la fragancia dulce del conocimiento de
él.
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