Qué magníficos oráculos nos ofrece la naturaleza , en la conducta y en el rostro de los niños, de las criaturas y los animales! Estos seres no tienen ese espíritu rebelde y dividido, esa desconfianza en un sentimiento, porque nuestra aritmética ha calculado la fuerza y los medios opuestos a nuestros fines. Su mente se haya aún entera, sus ojos no han sido dominados aún, y cuando miramos sus semblantes nos quedamos desconcertados. La infancia no se amolda a nadie: todos se amoldan a ella, de forma que un pequeño logra que cuatro o cinco personas mayores charlen y jueguen con él. Por eso Dios ha dotado a la niñez, a la pubertad y a la edad adulta con no menores atractivos y encantos; las ha hecho envidiables y graciosas dotándolas de derechos indiscutibles, si saben mantenerse por sí mismas.
Me gustó y se los envío.
Mara
|