SIEMPRE HAY ALGUIEN DISPUESTO A
AYUDAR
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Cuando el micro se detuvo a levantar a los
pasajeros ella se dió cuenta de que su falda era demasiado estrecha para
permitirle dar el paso para subir.
Algo avergonzada le sonrió al conductor y
llevó la mano hacia atrás y bajó un poco el cierre de la falda pensando que tal
vez eso ayudaría...
Intentó subir, pero no pudo.
Sintiéndose todavía más
avergonzada, bajó el cierre un poco más y volvió a intentar subir al microbus,
pero sin éxito.
Casi
llorando de la vergüenza bajó del todo el cierre y de nuevo no pudo subir al
colectivo.
Entonces un tipo alto que
estaba detrás de ella en la fila la subió al micro empujándola de las nalgas.
Furiosa, ella se volvió hacia el buen samaritano y le gritó:
"¿Cómo se
atreve a tocarme? ¡Yo a usted no lo conozco!"
El hombre con una amplia
sonrisa, dijo suavemente:
"Bueno, señora, yo normalmente no hago esas cosas,
pero después de que usted me bajó 3 veces la bragueta, pensé que ya éramos
amigos".