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General: PERDIO UN PREMIO NOBEL POR DEFENDER LA VIDA
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De: SCCHEREZADA (Mensaje original) |
Enviado: 26/04/2012 12:44 |
JÉRôME
LEJEUNE 97 Jérôme Lejeune nació en París en 1926. Estudió
medicina y a los 32 años de edad, en 1958, publicó su descubrimiento sobre la
causa del síndrome de Down, la trisomía 21. Este descubrimiento le valió ser
galardonado con el prestigioso premio Kennedy en 1962.
En ese mismo año,
fue designado como experto en genética humana en la Organización Mundial de la
Salud (OMS) y en 1964 fue nombrado Director del Centro nacional de
Investigaciones Científicas de Francia y en el mismo año se crea para él, en la
Facultad de Medicina de la Sorbona, la primera cátedra de Genética fundamental.
El Dr. Jérôme Lejeune era reconocido por todos, tanto por su fidelidad a
la Iglesia como por su excelencia como científico. Se esperaba que recibiera el
Premio Nobel. Pero en 1970 se opuso firmemente al proyecto de ley de aborto
terapéutico de Francia. Esto causó que cayese en desgracia ante el mundo
progresista. Prefirió mantenerse en gracia ante la verdad y ante Dios: matar a
un niño por estar enfermo es un asesinato. Siempre utilizó argumentos racionales
fundamentados en la ciencia.
Llevó la causa pro vida a las Naciones
Unidas. Se refirió a la Organización Mundial de la Salud diciendo: “he aquí una
institución para la salud que se ha transformado en una institución para la
muerte”. Esa misma tarde escribe a su mujer y a su hija diciendo: “Hoy me he
jugado mi Premio Nobel”. Tenía razón, ya que nunca se lo dieron. No querían a un
científico que se opusiera a la agenda abortista.
Lejeune también rechazó
los conceptos ideológicos que se utilizan para justificar el aborto, como el de
"pre-embrión".
Juan Pablo II reconoció la excelencia del Dr. Lejeune
nombrándolo Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el 26 de febrero
de 1994. Murió el 3 de abril del mismo año, un Domingo de Pascua.
Con
motivo de su muerte, Juan Pablo II escribió al Cardenal Lustinger de Paris
diciendo: “En su condición de científico y biólogo era una apasionado de la
vida. Llegó a ser el más grande defensor de la vida, especialmente de la vida de
los por nacer, tan amenazada en la sociedad contemporánea, de modo que se puede
pensar en que es una amenaza programada. Lejeune asumió plenamente la particular
responsabilidad del científico, dispuesto a ser signo de contradicción, sin
hacer caso a las presiones de la sociedad permisiva y al ostracismo del que era
víctima”.
El 22 de agosto de 1997, el Papa Juan Pablo II quiso acercarse
al cementerio de Chalo-Saint-Mars, para orar ante el sepulcro del Dr. Lejeune.
Cuando su esposa agradeció a Juan Pablo II ese gran gesto, el Papa le respondió:
“Señora Lejeune: doy gracias a Dios por todo el bien que hizo su esposo, y por
haber podido realizar hoy aquí, mi deseo de rendirle homenaje”. La sintonía con
el Papa Juan Pablo II era bien conocida. El día en que Juan Pablo II sufrió un
atentado, el 13 de mayo de 1981, habían almorzado juntos el Papa y el matrimonio
Lejeune. Cuando la pareja regresó en avión a su país, se enteraron del atentado
y el Dr. Lejeune cayó enfermo. Curiosamente, fue dado de alta el mismo día en
que el Pontífice dejó el hospital.
El doctor Jérôme Lejeune fue invitado
por el Senado de Francia tres años antes de su muerte, para que ofreciese su
documentada opinión sobre el tema del aborto. Una de las opiniones fuertemente
arraigada en dicha cámara, era la que sostenía que hay embarazos que deben ser
interrumpidos, cuando los antecedentes o el pronóstico parecen ser
irreversiblemente malos. Cuando se le otorgó la palabra al Dr. Lejeune, planteó
un caso: "Tenemos un matrimonio en el que el marido es sifilítico terciario
incurable, y además decididamente alcohólico. La mujer está desnutrida y sufre
tuberculosis avanzada. El primer hijo de esa pareja muere al nacer; el segundo
sobrevive, pero con serios defectos congénitos. Al tercer hijo le ocurre lo
mismo y se le suma el hecho de ser infradotado mentalmente. La mujer queda
embarazada por cuarta vez. ¿Qué aconsejan ustedes hacer en un caso así?". Un
senador del bloque socialista manifestó categóricamente que la única solución
para evitar males mayores, era practicar un "aborto terapéutico" inmediato.
Lejeune hizo un largo y notorio silencio; bajó la cabeza por unos segundos en
medio de su expectante mutismo; volvió a alzarla y dijo: "Señores Senadores,
pónganse de pie, porque este caballero acaba de matar a Ludwig van Beethoven".
En la XIII Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, el
25 de Febrero de 2007, se anunció la apertura de la causa de beatificación del
Profesor Jerome LeJeune.
El 11 de abril de 2012, en la catedral de
Notre-Dame, la diócesis de París celebrará el final de la encuesta diocesana de
la causa de beatificación y canonización de Jérôme Lejeune. ENTREVISTA
En 2011, Clara Lejeune-Gaymard, hija
del doctor Lejeune, concedió una entrevista a Carrie Gress, de Zenit, con motivo
de de la publicación del libro "Life is a blessing: Biografía de Jérôme
Lejeune", cuya autora es Clara. "Mi padre siempre dijo que un niño con Síndrome
de Down es más niño que otros", dice la hija de quien fue íntimo amigo y
colaborador de Juan Pablo II. Y asegura que "se gasta mucho dinero en realizar
el diagnóstico y en matarlos, hasta tal punto que si pudiéramos tener sólo un
10% de este dinero para investigación,podríamos haber conseguido ya lacura".
Jérôme Lejeune había comido y departido con Juan Pablo II los trazos de la
Evangelium vitae el 13 de mayo de 1981, el fatídico día del atentado. A
continuación, podrán leer el artículo.
- Su padre fue el renombrado científico de genética de Francia,
quien viajó por el mundo dando a conocer sus numerosos descubrimientos
científicos, incluyendo el origen genético del Síndrome de Down. ¿Por qué su
nombre no es muy conocido por su importante trabajo?
Clare Lejeune: Es una buena
pregunta.
Cuando él hizo el descubrimiento de la trisomía 21 lo podría
haber llamado “Lejeune” como hacen muchos científicos cuando realizan
descubrimientos. Pero él no era ese tipo de hombre y pretendía realizar dos
cosas.
La primera tenía que ver con todas las cosas humillantes que se
decían sobre los niños con síndrome de Down, como que la madre había tenido un
mal comportamiento sexual o que su herencia familiar era mala.
Estos
niños eran escondidos, especialmente en Francia o el resto de Europa. Él quiso
devolver su dignidad a estos niños y a sus padres diciéndoles que estaba en su
código genético y que no venía de familia ni de un mal
comportamiento.
También fue la primera vez que se descubrió que una
enfermedad podía venir del código genético, de manera que se abría la puerta a
la medicina genética y a la comprensión de que un cromosoma podía ser la causa
de una enfermedad. Sólo seis meses antes del descubrimiento, se decía que era
imposible que el código genético pudiera causar una enfermedad. Así que él
consiguió la prueba de lo contrario.
Y la segunda cosa que quería era
proteger a los no nacidos. Era muy conocido en Francia y muy conocido también
en la comunidad científica porque ayudó a construir la primera cátedra conocida
en genética en Israel y en España y trabajó con científicos en Estados Unidos.
En Francia participó siempre como columnista en la prensa sobre cuestiones
genéticas.
En 1969, comenzó la campaña del aborto en Europa, Francia y
Estados Unidos. Y desde que él se declaró en contra, se le cerraron todas las
puertas. Ya no formó parte de la actualidad. Nadie lo quiso entrevistar cuando
realizó su descubrimiento. Creo que en 1971fue a Estados Unidos y realizó un
discurso en el National Institute for Health y después de esto mandó un mensaje
a mi madre diciendo: “Hoy he perdido mi Premio Nobel”. En el discurso él habló
sobre el aborto, diciendo, “ustedes están transformando su instituto de salud en
un instituto de muerte”. Y esto no fue bien acogido.
- El libro sobre la vida de su padre es una
serie de instantáneas de la vida de su familia que ilumina no sólo el trabajo
científico de su padre, también su profunda fe. ¿Qué le hizo decidir escribir
sobre él con este estilo?
Clare Lejeune: Yo estaba embarazada cuando él estaba enfermo,
esperando a mi sexto hijo, y durante este tiempo esperaba que él pudiese vivir
los suficiente para poder conocer a mi hija. Él murió el 3 de abril y ella nació
el 13 de abril, así que nunca llegó a conocer a su abuelo. Antes de morir le
pregunté si me daba permiso para escribir un libro sobre él. Aunque temía que
dijese que no ya que era un hombre muy humilde, sin embargo él contestó: “Haz lo
que quieras. Si quieres dar testimonio de la vida del niño con síndrome de Down,
haz lo que quieras”.
Tenía claro que quería escribir algo para mi
pequeña. Al principio escribí treinta hojas y cuando fuimos de vacaciones con un
periodista le conté que estaba escribiendo un libro para que mi hija pudiese
conocer a su abuelo. Él las leyó y me dijo que debería escribir un
libro.
El modo en que quería escribirlo no era el de la biografía
cronológica, sino como retratos diferentes de una persona. Hay un capítulo sobre
nuestra vida en Dinamarca, uno sobre él como médico, otro como
cristiano.
Cada capítulo es una pieza diferente del puzzle y al final te
encuentras con el retrato de la persona entera.
- Su padre sufrió mucho en su carrera por su
postura pro-vida. ¿Se basaban sus convicciones sólo en su fe o también se
apoyaba en su investigación científica?
Clare Lejeune: Principalmente en que era médico, no en su fe.
Cuando eres médico has jurado el Juramento Hipocrático de no hacer daño. Y él
siempre decía que el respeto a la vida no tenía nada que ver con la fe, aunque,
por supuesto, está en la fe el respetar la vida.
Por eso fue tan odiado
por los partidarios del aborto. Era difícil luchar contra él porque sus
argumentos eran de base científica. Quiso explicar que la vida comenzaba en
la concepción, él quiso contar una historia que fuese inteligible para todos,
como Pulgarcito. Esta es una historia para niños o una leyenda, pero es una
realidad.
Es muy raro que la humanidad haya sido capaz de contar una
historia así sin saber si era verdad, porque cuando se escribió no había fotos
de bebés en el útero.
La vida comienza en el mismo instante de la
concepción cuando los genes de la madre y los del padre se unen para formar un
nuevo ser humano que es absolutamente único.
Todo el patrimonio genético
está ya allí. Es como la música de Mozart en la partitura. La vida entera está
ya ahí. A los dos meses, el embrión lo tiene todo, las manos, los ojos, el
cuerpo. Es un cuerpo muy pequeño, pero después de dos meses lo único que hace es
crecer. Si se pudiese coger el mismo dedo pequeño, se podría observar su huella
dactilar.
Muchos
investigadores mantienen distancias con aquellos cuya vida afecta a su trabajo.
Su padre parecía tener un enfoque distinto. ¿Cómo era su relación con los
pacientes y sus familias?
Clare Lejeune: Cuando él se convirtió en doctor, su primer
trabajo fue en un hospital donde él vio a un niño con síndrome Down.
Entonces fue cuando decidió que quería saber por qué tenían una cara
especial y todo lo demás. Se podría decir que esta fue realmente su vocación.
Realmente quería encontrara una manera de tratarlos y a esto dedicó su
investigación.
El hizo este descubrimiento porque amaba a estos niños y
a sus familias y quería ayudarles.
No fue consecuencia de este
descubrimiento el querer cuidar a los niños de síndrome Down, sino que fue al
revé, porque él quería cuidar a estos niños, realizó este descubrimiento. Y esto
explica su relación con ellos.
Después de su muerte, su familia creó una
fundación para continuar su trabajo, especialmente el de encontrar una cura para
el síndrome Down. ¿Qué hace esta fundación y cómo trabaja?
Clare
Lejeune: Mi padre quiso crear esta fundación cuando todavía estaba vivo, porque
él sabía que tendría que retirarse y quería que su investigación continuase. Al
principio fue su proyecto.
El día antes de morir, fui a verlo y me dijo
que estaba muy triste por sus pacientes, porque ellos no entenderían que los
había tenido que dejar. Dijo: “los estoy abandonando y ellos no van a entender
porque ya no estaré con ellos nunca más”.
Yo le contesté: “Ellos lo
entenderán. Lo entenderán mejor que nosotros”.
Y me dijo: “No, ellos no
lo entenderán mejor, pero si más profundamente”. Y después de esto, cuando él
murió, nosotros pensamos que podríamos hacer algo más por ellos.
Después
de año y medio pusimos en marcha una fundación dedicada al la investigación y
tratamiento no sólo del síndrome Down sino también de otros síndromes de
enfermedades mentales de origen genético.
Creamos un centro en Francia
de investigación genética y tenemos un comité que distribuye las ayudas a los
diferentes grupos que están en todo el mundo.
Hemos fundado 60 proyectos
con 32 equipos en los Estados Unidos, y estamos en proceso de comenzar una
fundación en los Estados Unidos que se encargará de más investigación y
tratamiento.
El tratamiento real no existe en la actualidad, ya que los
investigadores están trabajando en solucionar este problema genético. El
patrimonio genético de los niños es correcto, simplemente se repite como un
disco rallado. Mi padre siempre decía que un niño con síndrome Down es más niño
que otros; es cómo si no estuviese acabado del todo. Así que si ese gen pudiese
ser silenciado el niño podría ser normal.
Y este es realmente el futuro
de la medicina, reparar el código genético. Por tanto no es descabellado que
podamos tratarlos algún día.
La dificultad estriba en que se gasta mucho
dinero en realizar el diagnóstico y en matarlos, hasta tal punto que si
pudiéramos tener sólo un 10% de este dinero para investigación, podríamos ya
haber conseguido la cura.
Su padre fue amigo de Juan Pablo II, sirviendo
muchos años como miembro de la Academia Pontificia de Ciencias y como el primer
presidente de la Academia Pontificia para la Vida.
¿Cómo era su relación con Juan Pablo II ?
Lejeune-Gaymard: Él no
diría que fue un amigo cercano del Papa. Pero así fue en verdad.
La
historia comenzó cuando fue elegido para la Academia Pontificia de Ciencias por
Pablo VI, no Juan Pablo II. Pero cuando este llegó a Papa, le pidió a mi padre
que acudiese allí porque quería saber todo sobre la clonación, investigación en
embriones, etc...
Así que desayunaron juntos y desde entonces él le
llamaba cada vez que necesitaba explicaciones particulares. Comían juntos cada
seis meses.
En 1981, el 13 de mayo, mi padre comió con mi madre y con el
Papa. Después cogieron un taxi para ir al aeropuerto, volaron a casa y cuando
aterrizaron, se enteraron de que el Papa estaba entre la vida y la muerte porque
le habían disparado. Ellos fueron los últimos con los que estuvo antes de ir a
la plaza.
Mi padre, aquella tarde, sufrió unos dolores inexplicables,
tanto que fue hospitalizado durante tres días. Experimentó sufrimientos
similares a los del Papa y una fiebre que desembocó en piedras en el riñón.
Nunca le gustó hablar de la conexión entre su enfermedad y la del Papa,
pero ésta realmente existió.
Antes de que mi padre muriese, recibió un
telegrama del Papa que decía que esperaba que se encontrase mejor. Cuando él
murió, el domingo de Pascua, llamamos para decirle al Papa que mi padre había
muerto.
Teníamos un buen amigo, el ex ministro de justicia de Francia,
que nos llamó aquel día porque al ver en la televisión, la bendición del Papa,
notó que el Papa parecía muy triste. Dijo, “creo que Jerome ha muerto”.
Cuando Juan Pablo II vino a Francia en 1997, quiso visitar y rezar ante
la tumba de mi padre.
En ese momento, flanqueados por muchos guardias y
miembros de seguridad, nos dejaron estar presentes a nuestra familia.
Tuve que negociar para que se permitiese estar presente a personas
discapacitadas, ya que mi padre no entendería que el Papa viniese sin dar
permiso a sus otros niños, los discapacitados, de estar allí también.
http://webcatolicodejavier.org/JeromeLejeune.html#.T3IJu4bZnDM.hotmail
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UNA HISTORIA DE VIDA ADMIRABLE
ME RETIRO ENCANTADISIMA DE HABERLA LEIDO
MUCHAS GRACIAS POR TRAER UN APORTE TAN BUENO
ABRAZOS BENDECIDOS
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De: JuanJ |
Enviado: 27/04/2012 10:29 |
Extraordinario mensaje comadrita....como siempre..
Gracias por enviarlo...
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