Era un príncipe tan feo, tan feo que Cenicienta
se fue del baile a las once y media
Era tan alto, tan alto que cuando comía yogures
le llegaban caducados al estómago
Era tan simple, tan simple que ponía azúcar en la almohada
para tener dulces sueños
Era tan pequeñita, tan pequeñita que no le cabía
la menor duda
Era una vaca tan flaca, tan flaca que en vez de dar leche
daba lástima
Era tan bajito, tan bajito que para bajar de la acera
saltaba en paracaídas