Dice un cuento que mientras paseaba por el jardín, el abuelo vió a lo lejos
a su pequeña nieta, hincada frente al árbol, con las manitas juntas como si
estuviera orando.
El abuelo, sigiloso para no interrumpir a la nena, se acercó y alcanzó a
escuchar que la niña repetía en desorden letras del abecedario: -"....erre,
de, ache, a, be, eme, de, efe, pe, ge, jota, ese, ene, zeta, te, eme, eme,
cú, ele..." Lo estaba repitiendo en una forma queda, solemne y llena de
reverencia.