Te levantas un sábado y sabes que estás sola para salir a la calle y pasear contigo misma. Así que decides vestirte para tomar el sol y el aire, inyectarte una dosis de optimismo caminando con una sonrisa tenue en tus labios.Vas andando siguiendo la estela del sol que te hace entornar los ojos. Y observas a las personas que se cruzan contigo mirándolas directamente a la cara sin pudor y con suavidad…Cuánto te gusta mirarlas.Muchos van con pareja o acompañados y, por momentos, te sientes huérfana, como si fueras proclamando a los cuatros vientos que no tienes a nadie con quien hablar, a quien decir lo hermoso que es el día…Deseas encontrarte con alguien para charlar pero, por si acaso, te has provisto de un libro que leerás en algún banco del camino y que te hace sentirte algo más segura cuando paseas con él bajo el brazo; es tu acompañante.Por momentos, despotricas de la soledad, esa maldita soledad no elegida y a la que no te queda más remedio que hacer frente…como puedes. Pero estás decidida a no darle coba a tus pensamientos negativos y quieres disfrutar de los pequeños detalles del camino que, a muchos, se les pasan por alto: un niño caído en el suelo que espera a que su madre le levante, los árboles que se agitan y parecen hablarte, el agua de la fuente que empapa la cara más que quitarte la sed…Estás decidida a no aislarte en ningún banco apartado de las miradas ajenas, quieres exponerte, sentirte formando parte del paisaje .Te entretienes observando las expresiones de la gente, sus gestos, sus posturas…un desfile de personas tan variado que hace que se te pase el tiempo.Aquellos que toman algo en una terraza, cada uno con su lectura; los que caminan emparejados pero sin tocarse apenas, los que pasean a solas como tú y te sonríen al pasar…las que juegan con los niños y se aburren con los adultos, los ancianos que no ponen ningún reparo en hablar con quien sea, simplemente hablar…Entonces, te recuerdas que no vales menos por estar sola, que eres valiente de no recluirte el fin de semana en tu casa sin que nadie te vea, que el que no hables con nadie no significa que no tengas nada que contar…Dejarte llevar por lo que te pida el cuerpo, comer cuando quieras, andar sin rumbo fijo y dar gracias por tener la sensibilidad de parar, disfrutar con el paseo y estar contigo…a solas.Caminamos…Belén Casado Mendiluze
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