A LA ORILLA DEL RIO
Una mañana, cuando el sol
apenas asomaba
una brisa fresca
las hojas arremolinaba
y los gallos cantaban
los amantes se encontraron
a la orilla del rio
para amarse sobre el pasto
húmedo aún de rocío.
El, ardiente de deseo
se tomaba tiempo
para contagiar su anhelo.
Luego
sus caricias y besos
se tornaron exigentes
y tomándola en sus brazos
la besó febrilmente.
Descorrió su blusa
y buscó sus senos
demasiado exitado
la cubrió con su cuerpo.
Ella, rodeó su cintura
y se aferró a su cuello
acoplándose al suave vaivén
que hacía crecer el placer.
Se hicieron uno
y un calor confortable
los hizo gemir
sin quererlo reprimir.
Se entregaron a la sensualidad
estremeciéndolos, hasta agotarlos,
felices como nunca estuvieron
palpitantes y exhaustos.
Luego, compartieron la belleza
del rio y su entorno
la frescura de la mañana
y hasta el chillido de los loros.
El, la observaba embelesado
recostando la cabeza a su lado
con un brazo la envolvía
por su delicada espalda
y en su suave vientre
el otro descansaba.
Conteniendo la respiración
ella estaba hipnotizada
experimentando la dicha
del amor compartido
eternamente bello
y fuerza exquisita.
LEONOR