Además, el temor es engañoso. Debido al temor, la gente cae en los lazos que el diablo les tiende. "El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado" (Proverbios 29:15). El temor nos lleva por el mal camino y nos engaña.
El temor engendra, "según su especie", temor de la misma manera que la fe produce fe. Si usted cree que Dios lo ayudará... ¡Ello hará! Si usted teme que el diablo lo enfermará de cáncer, ¡ello hará! De esa forma, el temor a la enfermedad puede realmente producir tal enfermedad y el temor a las calamidades puede realmente traer esas calamidades sobre usted; témale al fracaso y usted le abrirá la puerta al fracaso para que este se apodere de su vida.
Eso es lo que ocurrió a Job: "Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía" (Job 3:25). El fracaso, la depresión, la enfermedad, la destrucción y aun la muerte fueron el resultado de los temores de Job.
El temor es destructivo y lleva a algunos al borde del suicidio. El temor produce insomnio, colapsos nerviosos, opresión en la vida de oración del creyente e impide que este les testifique a los perdidos.
El temor hace que uno espere siempre lo peor. Atrévase a reprender el temor en el nombre de Jesús. Diríjase al autor del temor por su nombre verdadero: "impostor", "mentiroso", "engañador". "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Santiago 4:7).