No todos los genios inventan a propósito. Algunos
grandes aparatos de la actualidad han surgido como productos de descubrimientos
casuales, de equivocaciones y errores. A veces, interviene más la casualidad que
la preparación o el ingenio. ¿Cuáles son estas creaciones que nacieron por
gracia de la fortuna?
Aquí unas cinco muy importantes para nuestra vida
diaria:
Microondas (iStockphoto)
El ingeniero Perry Spencer descubrió las propiedades
de las microondas en los alimentos de una forma inesperada. Spencer estaba
probando un tubo de vacío conocido como magnetrón, el cual se utilizaba en ese
entonces en la fabricación de radares. Al estar trabajando, descubrió que un
chocolate que traía en el pantalón se había derretido. Intrigado, probó
colocando unas semillas de maíz cerca del tubo: éstas se agitaron y estallaron
en forma de palomitas.
Spencer repitió el experimento con un huevo, el
cual estalló ante sus ojos. El ingeniero dedujo que el calentamiento de los
alimentos se debía a la exposición de la energía de baja densidad de los
microondas.
Así, creó el primer horno de este tipo, el cual
no tuvo mucha aceptación
en el inicio. Sin embargo, con el paso de los
años, se convirtió en una de las grandes revoluciones en la industria
alimenticia.
Teflón (iStockphoto)
El químico Roy Plunkett estaba trabajando para la
empresa DuPont en una forma de producir grandes cantidades de un compuesto
llamado tetrafluoroetileno (TFE). En uno de sus experimentos, encontró un
residuo de polvo blanco en una válvula. Al probar esta sustancia en reacción con
otras, descubrió que era inerte a todas las bases y ácidos existentes.
La empresa se interesó en el hallazgo de Plunkett y
lo registró como parte de sus
polímeros.
El polvo fue bautizado como
polifluoretileno (PFTE), aunque es conocido popularmente por su nombre
comercial: el teflón. Esta sustancia es muy reconocida por sus aplicaciones
dentro de los utensilios de cocina, pero se usa para más cosas. Por ejemplo, se
aplica en el revestimiento de cohetes, naves espaciales y aviones; en la
medicina, se emplea para la creación de prótesis; y en la fabricación de armas,
se revisten las balas para evitar el desgaste rápido del
cañón.
3. El
marcapasos
Marcapasos (iStockphoto)
Uno de los grandes inventos de la medicina es
producto de un error.
El marcapasos fue creado por el ingeniero Wilson
Greatbach, quien trabajaba en un aparato que pudiera grabar los sonidos del
corazón.
Por equivocación, Greatbach cambió la resistencia
eléctrica del mecanismo, lo que tuvo como consecuencia que el corazón comenzara
a latir cada 1.8 segundos.
El marcapasos es considerado como una de las 10
invenciones más cruciales en el campo de la medicina. Uno de los primeros
modelos creados por Greatback incorporaba una batería de mercurio, la cual debía
ser reemplazada cada dos años. Sin embargo, el ingeniero también fue pionero en
el tema de la autonomía, pues consiguió una patente al desarrollar una batería
de litio-yodo que permitió que su invento durara mucho más
tiempo.
Viagra (iStockphoto)
Uno de los medicamentos más populares de la
última década del siglo XX
es producto de un efecto secundario. Pfizer, la
compañía farmacéutica responsable de la famosa pastilla azul, estaba probando
una sustancia novedosa, el sildenafilo, para el tratamiento de la angina de
pecho.
Los primeros estudios clínicos mostraron que
dicho compuesto servía poco para esa enfermedad, pero tenía como consecuencia
colateral la inducción
de erecciones de larga
duración.
La farmacéutica decidió comercializar el
sildenafilo para el tratamiento de
la disfunción eréctil, bajo el nombre de Viagra.
El éxito en las ventas fue rotundo y se convirtió
en uno de los medicamentos más utilizados de los últimos años.
Por cierto, el nombre Viagra proviene de la
palabra en sánscrito para "tigre", debido a que dicho animal es reflejado en esa
cultura en esculturas donde aparece con el pene
erecto.
Coca Cola
(iStockphoto)
Cerramos con uno de los productos más consumidos en
todo el mundo. La famosa Coca-Cola nació como un medicamento. Su inventor, John
Pemberton, buscaba un remedio para quitar el dolor de cabeza y reducir la
sensación de náuseas. Este farmacéutico mezcló una serie de ingredientes -los
cuales son desconocidos hasta la fecha- y creó ese brebaje en
1886.
En un inicio, el líquido de
Pemberton se vendía únicamente en las farmacias. Fracasó como remedio
terapéutico, pero tomó tanta popularidad como bebida refrescante que empezó a
comercializarse. Ante el éxito, Pemberton vendió la fórmula por 23 mil dólares a
un grupo de abogados, quienes establecieron la empresa como tal. De un intento
por crear un brebaje para mejorar la salud, se creó el refresco más popular de
la historia contemporánea.