¿AMAR AL ENEMIGO?
"Habéis oído que fué dicho:Amarás a tu prójimo y tendrás odio a tu enemigo. Yo os digo más: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen" (Mateo, 5: 44)
Muchos se preguntarán como Cristo nos ordena amar al enemigo, cuando el amor es un sentimiento nacido del corazón en forma espontánea, ¿como puede él pedirnos algo imposible de cumplir?
Lo que ocurre es que en castellano el verbo amar se lo usa para cualquier sentimiento al que queramos referir.
No pasa así en la lengua griega donde existen cuatro verbos para decir amar, cada uno con un sentido diferente.
Uno es "stergo" que abarca el amor familiar, es el que nace en forma natural entre padres e hijos.
Otro es "fileo", que expresa el amor de la amistad, ese afecto entre dos o más amigos.
Además tenemos el verbo "erao" (que quiere decir erótico) se lo emplea siempre para el sentido sensual, al amor del hombre y la mujer.
Y el último y cuarto verbo es "agapao", se lo usa para el amor caritativo, capaz de dar sin esperar nada a cambio.
No importa lo que una persona nos dañe, ofenda o injurie, según esta cuarta categoría de amor, "agapao", no nos pide que sintamos algo por ella, sino en que debemos "hacer algo" por ella, no consiste en lo afectivo, sino en lo efectivo.
Y éste es el verbo que utilizó Cristo cuando se refería a amar a los enemigos, no pretendía que amemos del mismo modo que amamos a nuestros seres queridos, si hubiera sido así, habría empleado otros verbos.
El amor que el Señor exige es otro: es el "agape" que no consiste en un sentimiento, ni en algo del corazón. Si fuera así, sería imposible de cumplir, ya que nadie puede obligarnos a sentir afecto por alguien, y mucho menos si es nuestro enemigo.
El "agape" pertenece a la voluntad, a la capacidad de ayudar a quien nos ha agraviado o defraudado prestando un servicio de caridad, si algún día nos llegara a necesitar.
Que Dios los bendiga, LEONOR |