El huevo vacío
Jimmy nació enfermo. Tenía deformaciones corporales y una mente lenta.
A la edad de 12 años estaba todavía en segundo de primaria.
Su maestra, la señorita Doris, a menudo se desesperaba e irritaba
con él, pues Jimmy no siempre podía hablar con claridad.
Un día la maestra llamó a sus padres.
El matrimonio llegó puntual y Doris les dijo: "Lo que necesita Jimmy
es una escuela especial. No es bueno para él estar con niños menores".
La mamá de Jimmy sacó un pañuelo y lloró quedamente,
mientras su marido hablaba: "Pero señorita, no hay escuelas de ese
tipo en las cercanías. Sería terrible para Jimmy sacarlo de esta escuela.
Sabemos que le gusta estar aquí". Una vez sola, Doris pasó largo
rato meditando. No desaparecía la frialdad de su alma.
Quería aceptarlo, pues el niño tenía una enfermedad terminal, pero
no le parecía justo. Jimmy era una distracción para los demás.
Además, él nunca aprendería a leer y escribir, ¿para qué perder tiempo
intentándolo? Mientras ponderaba la situación, un sentimiento de culpabilidad
se apoderó de ella. "Estoy protestando, cuando mis problemas no
son nada comparados con esa pobre familia", pensó.
"Por favor, Señor, ayúdame a ser más paciente con Jimmy".
Desde ese día, intentó ignorar los ruidos de Jimmy. Un día, Jimmy se
dirigió hasta su mesa, arrastrando tras de sí su pierna mala:
"Te quiero mucho, Señorita Doris", exclamó. Los demás estudiantes
soltaron risitas y Doris enrojeció. Balbuceó:
"Eso es muy bonito Jimmy. Ahora vuelve a tu sitio, por favor".
Llegó la pascua y Doris les contó la historia de Jesús.
Para enfatizar la idea del nacimiento a una nueva vida, dio a cada
uno de los niños un gran huevo de plástico: "Quiero que lo traigan mañana
con algo dentro que signifique una nueva vida". La profesora se preguntaba
si Jimmy habría entendido lo que ella había explicado
sobre la muerte y resurrección de Jesús.
A la mañana siguiente, los 19 niños dejaron los huevos en la gran
cesta sobre el escritorio. La maestra comenzó a abrirlos.
En el primer huevo, Doris encontró una flor. "Sí.
Una flor es ciertamente un signo de nueva vida"; era el de Juanito.
El siguiente contenía una mariposa de plástico: "Todos sabemos que
una oruga cambia y se transforma en una bonita mariposa.
Sí, también es nueva vida". La pequeña Danny sonrió orgullosa.
En el siguiente, Doris encontró una roca con musgo.
Explicó que ese musgo también significaba vida.
Era el de Peter. Entonces Doris abrió el cuarto huevo y se sorprendió:
estaba vacío. ¡Era el de Jimmy!, seguro que no entendió sus instrucciones...
Para no hacerle pasar un mal rato, lo apartó. Pero Jimmy le preguntó:
"¿No va a hablar del mío?". Doris replicó confusa: "Pero Jimmy… está vacío".
Él la miró y dijo suavemente explicando: "Sí, y la tumba de Jesús
también estaba vacía". Doris enmudeció. Al recuperarse le preguntó:
"¿Y sabes por qué estaba vacía la tumba?".
"Oh, sí. A Jesús lo mataron y lo pusieron dentro.
Entonces su Padre lo elevó hacia Él".
En eso la campana del recreo sonó y mientras los niños corrían
hacia el patio, Doris lloró. La frialdad de su interior se derritió por completo.
Tres meses más tarde, Jimmy murió.
Aquellos que fueron a velarlo, se sorprendieron al ver 19 huevos
sobre la tapa de su ataúd. Todos ellos vacíos.
Pbro. José Martínez Colín