LA DIFICULTAD DE AGRADAR A TODOS
Muchas personas se comportan de forma tal que imaginan que agradarán a todos;
Esta metáfora nos habla de la imposibilidad de realizar este objetivo
y nuestra necesidad de confiarnos en nuestra forma interna de juzgar.
En un pueblecito, en medio del campo, vivía una familia campesina. Se componía del padre, la madre y un hijo de 12 años. Tenían, además, un burro que les servía para trabajar en el campo.
Una vez, el padre tuvo que ir a otro pueblo a resolver unos pequeños negocios y decidió llevarse al burro y a su hijo.
Era un día caluroso de verano y salieron los tres – el padre, el hijo y el burro – al amanecer. Para llegar al otro pueblo, tenían que recorrer unos cuantos kilómetros y atravesar algunas aldeas por el camino.
Cuando llegaron a la primera, el padre iba caminando delante del burro y el niño iba sentado encima de éste.
La gente de la aldea, al verlos pasar, empezó a murmurar y criticaban al niño:
¡Fíjate, qué niño tan egoísta y maleducado!. Ahì va sentadito en el burro cómodamente, mientras su pobre padre, que ya es tan mayor, tiene que caminar todo el tiempo..
Al oír aquello, el niño se sintió avergonzado y dijo a su padre que se subiera al burro y que él caminaría un rato. Así, pasaron por la siguiente aldea y la gente empezó también a criticarlos:
– ¡Vaya un padre sin corazón, que deja a su pobre hijito en el suelo, cansándose, mientras él va tan tranquilo en el burro!
Entonces, el padre dijo al hijo que se subiera con él encima del burro, antes de pasar por la siguiente aldea, para que nadie tuviera quejas sobre ellos.
Y así lo hicieron: se subieron los dos al burro. Pero entonces, los aldeanos, al verlos, decían:
– ¡ Qué brutos! Van a matar al burro. Está claro que los dos pesan demasiado para el pobre animal...
De modo que el padre y el hijo decidieron bajarse del burro y pasar por la siguiente aldea caminando delante del burro.
Pero entonces la gente se reía de ellos y decía: