Un grupo de profesionales,
todos triunfadores en sus respectivas carreras,
se juntó para visitar a su antiguo profesor.
Pronto la charla devino en quejas
acerca del interminable 'stress'
que les producía el trabajo y la vida en general.
El profesor les ofreció café,
fue a la cocina y pronto regresó
con una cafetera grande
y una selección de tazas de lo más ecléctica:
de porcelana, plástico, vidrio, cristal,
unas sencillas y baratas, otras decoradas,
unas caras, otras realmente exquisitas...
Tranquilamente les dijo que escogieran una taza
y se sirvieran un poco del café recién preparado.
Cuando lo hubieron hecho,
el viejo maestro se aclaró la garganta
y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo:
'Se habrán dado cuenta
de que todas las tazas que lucían bonitas
se terminaron primero
y quedaron pocas de las más sencillas y baratas;
lo que es natural,
ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo.
Ésa es realmente la causa
de muchos de sus problemas relativos al 'stress.'
Continuó:
'Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café.
En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos.