La chica le respondió en voz bien alta:
-¡No quiero pasar la noche contigo!
Todos los que estaban en la biblioteca clavaron su vista en el joven, que se sintió avergonzado y se retiró a otra mesa donde había un asiento libre.
Luego de unos minutos, la chica se encaminó a la mesa de Horacio y le susurró:
-Estudio psicología y sé perfectamente lo que piensa un hombre.
Te hice sentir avergonzado, ¿verdad?