Siguiendo el ejemplo de Jesús, paso por las pruebas de la vida con valor y seguridad. No temo la oscuridad, porque mi fe está plenamente en Dios. Avivo mi fortaleza y me preparo para la resurrección de la esperanza, la luz y la vida. Jesús resucitó de la tumba de la oscuridad, y yo también lo haré.
El amanecer que sigue a la noche más oscura es más dulce. La vista después de escalar una montaña es magnífica. La victoria es más grandiosa cuando casi he probado el fracaso. La resurrección es más gozosa desde las profundidades de la pérdida. Quitaré la piedra del pesar y abriré mi corazón a la esperanza. Hoy comparto las buenas nuevas: ¡El poder del amor crístico en mí es mayor que este mundo!
Volvieron a Jerusalén; y hallaron a los once reunidos y a los que estaban con ellos, que decían: “Ha resucitado el Señor”.—Lucas 24:33, 34