¿Radicales, fuero para violar la
ley?
Luis Pazos
En México hay dos varas para aplicar la ley. Una para los grupos organizados
y otra para los ciudadanos no organizados, independientes. Si yo me paro en
medio de una calle e impido el paso a los automóviles, la policía me remite a
una delegación y me consignan por obstruir las vías de comunicación; pero si
llego con 50 y digo que soy del “movimiento de unidad proletaria” o de cualquier
otro, la policía desvía el tráfico, y si algún granadero nos toca, aunque yo le
pegue con palos y le aviente piedras, lo acusamos de represión y de violar los
derechos humanos.
Si solo rompo el cristal de un aparador de un comercio, me detiene la policía
y me encarcela por daños en propiedad ajena; pero si lo hago junto con un
centenar y digo que es en protesta contra el examen a maestros, entonces hasta
un órgano legislativo, como pasó en el Distrito Federal, cambia las leyes para
que obtengamos la libertad. Martí Batres, dirigente de Morena, el partido de
AMLO, declaró que bloquear calles es una protesta social no un delito.
La mayoría de las policías, federales, estatales y municipales reciben la
orden de no tocar a los grupos que bloquean vías de comunicación, pues si hay
algún lesionado lo convierten en víctima de la “represión” y son los policías
los que van a la cárcel. Es más cómodo para las autoridades que miles de
ciudadanos se queden varados por horas en un bloqueo, que cumplir con su deber,
desalojar y detener a delincuentes organizados en grupos políticos.
El camino correcto es el marcado por el Dr. Manuel Mondragón, Comisionado
Nacional de Seguridad, al desalojar a radicales de la autopista del Sol. Las
autoridades y los ciudadanos pacíficos no deben ser rehenes de vándalos que
apedrean comercios, queman carros, secuestran funcionarios y bloquean vías de
comunicación, como actos de provocación para generar víctimas y crear banderas
para darle vida a sus movimientos políticos de izquierda radical.
Líderes del CNTE son peores que la “maestra”, pues además de no transparentar
el destino de los recursos que reciben y de manipular plazas, actúan
violentamente y dejan a los niños sin clases en las secciones que controlan. Una
cosa es la prudencia ante provocadores y otra darles un fuero fáctico para que
perturben el orden público impunemente.
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