CARTONERO.
Sin falta en la mañana pasa por la puerta de mi casa el cartonero. Lleva en su carro el contenido de las riqueza que halló al pasar. No sé donde vive ni si tiene familia, pero si sé que es trabajador y cumple con el horario, que el mismo se ha fijado como si dependiera de algún patrón. Me saluda siempre y yo le llamo “amigo” en verdad lo es, pues cumple con una tarea útil a la sociedad a pesar de ser una tarea humilde. El silva y empuja el carro, el carro de la vida. Nunca lo siento quejarse de su suerte. Pareciera que está agradecido a la vida por lo poco que recibe de ella. Es un gran ejemplo de trabajo, de cumplimiento y de amor a la vida.
Este ejemplo contrasta con otros que también veo a diario: personas que lo tienen todo que viven en la comodidad y la riqueza y se quejan de la vida. La vida es un juego de azar, decía mi padre, donde todos jugamos. Cada cual recibe de ella lo que necesita para su evolución está en nosotros comprenderlo y pensar que por el poco tiempo que vivimos más vale aceptar lo que nos da y seguir tirando del carro.(D.A)