SI NUESTRO CORAZÓN NOS REPRENDE
Pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. 1 Juan 3: 20.
La palabra “corazón” en este versículo significa conciencia, es decir, la función de nuestra mente que aprueba o desaprueba nuestra conducta. A veces oímos decir: “Déjate guiar por la conciencia”, como si ésta fuera siempre una guía digna de confianza. Juan no está de acuerdo con esa conclusión. Nos enseña que Dios es más digno de confianza que la conciencia. Pero en 1 Juan 3: 20 implica algo más. Implica que hemos seguido las instrucciones de Dios para hacer lo correcto, y que estamos completamente dispuestos a hacer todo lo que falta.
En el otoño de 1949 el pastor Alden O. Sage celebró una serie de reuniones de evangelización en Santa Rosa, California. Después de una conmovedora conferencia en cuanto a la necesidad de estar listos para el inminente regreso de Cristo, un joven, José Mezzanato, me preguntó: “¿Ud. cree que Jesucristo va a venir pronto, como lo dijo el Sr. Sage?” Le dije que efectivamente así lo creía. “Si es así, yo no estoy listo”, confesó José.
El y yo hablamos hasta que el salón se cerró, acerca de la necesidad de que Dios dominara por completo su vida, y después nos fuimos al auto donde continuamos nuestra conversación. Cuando la terminamos José entregó su vida a Dios.
Cuando vino la próxima vez, José trajo a su esposa y a su suegra. Después de la reunión me dijo cuan feliz se sentía de haber entregado su vida a Dios. Pero había algo que lo preocupaba. Mientras hablábamos, me contó que había sido marino durante la segunda guerra mundial y que había combatido en la batalla de Iwo Jima. Lo que le preocupaba era que había baleado a un grupo de japoneses que estaban listos para rendirse. Le había pedido a Dios que lo perdonara, pero seguía sintiéndose condenado.
Le leí 1 Juan 3: 20 y le pregunté: “José, ¿crees esto?” El dijo que sí. “Está bien —le dije —, entonces pon tus sentimientos de culpa en manos de Dios. Si él quiere que tú hagas algo más para arreglar este asunto, te lo mostrará en su debido momento”.
Nadie puede ser, conciencia de los demás. “Cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí” (Rom. 4: 12), pero si después de cumplir las condiciones establecidas por Dios en su Palabra, todavía nos sentimos condenados, debemos dejar nuestros sentimientos de culpa en manos de Dios y confiar en el hecho de que él sabe todas las cosas, e incluso que nos hemos arrepentido.