Börje, el
asistente de lectura
A la mayoría de las personas no les gusta tener
a alguien atrás o a un lado mientras leen, a menos que ese alguien sea Börje, un
pequeño maltés blanco que trabaja como perro asistente de educación en lectura
(READ, por sus siglas en inglés).
En junio de 2012 Börje empezó a
trabajar en la Biblioteca Tapiola de la ciudad de Espoo, Finlandia. Desde
entonces, ha tenido un éxito notable ayudando a la gente a leer. No evalúa ni
corrige; simplemente se sienta y escucha cómo los usuarios leen. Casi todo el
tiempo se sienta en su propio taburete, a un nivel un poco más alto que el libro
que la persona sostiene. De esta manera también puede mirar y disfrutar el
libro.
El programa READ fue lanzado en 1999 por
Intermountain Therapy Animals, una organización no lucrativa con sede en Utah,
Estados Unidos, y luego se extendió por todo el mundo. La dueña de Börje, Raisa
Alameri, se interesó en el programa en 2010. Como su perro se sentía cómodo
rodeado de personas, estaba segura de que
sería perfecto para el programa.
Antes de ser admitidos, los perros son sometidos
a exámenes de salud, seguridad, habilidades y temperamento. Raisa entrenó a
Börje usando los materiales proporcionados por Intermountain Therapy Animals, la
cual posteriormente lo certificó como un perro READ.
La mayoría de los “clientes” de Börje son niños,
pero también ha escuchado leer a muchos adultos. Algunos han sufrido ataques de
apoplejía, y otros simplemente tienen un historial de fracaso en la lectura
desde la infancia.
Raisa dice que siempre recordará a un hombre de
unos 45 años que no sabía leer y cuya vida fue cambiada por Börje. Conducía un
camión de reparto, y cuando se enteró de que los usuarios de la biblioteca leían
ante el perro, decidió ir también. Tomó un libro infantil y, muy despacio,
empezó a leer en voz alta mientras Börje escuchaba tranquilamente. “Ése fue el
primer libro que leí de principio a fin”, afirmó el conductor.
Fue otro pequeño triunfo para el perro, y un
nuevo comienzo para un hombre que probablemente se había avergonzado toda su
vida de ser un lector deficiente.
Queeny, la detectora de
cáncer
En el piso de una sala de pruebas médicas en
Gyömrö, ciudad cercana a Budapest, Hungría, hay cinco recipientes abiertos. Cada
uno contiene una gasa impregnada con aliento humano.
En la puerta, Queeny, una perra
cruza de collie de la frontera, espera pacientemente al lado de su entrenadora,
Zuzsanna Szemes.
—¡Trabaja! —le ordena ella de repente, y Queeny
entra a la sala y se acerca a los recipientes.
Olfatea rápidamente cada uno, y en seguida
vuelve sobre sus pasos para comparar olores y confirmar su elección. Antes de
que pasen 10 segundos, se echa frente a uno de los recipientes. A continuación
mira a Zuzsanna para ver si ha acertado. Ella aprieta un clicker con la mano, la
señal que le indica a la perra que ha hecho un buen trabajo. De las muestras de
aliento de cinco personas, Queeny ha identificado la de un paciente que padece
cáncer de pulmón.
Esta prueba se llevó a cabo en 2011, y desde
entonces se han realizado muchas otras. “Todas se han hecho con muestras
identificadas previamente”, explica Zuzsanna. El siguiente paso es poner a
prueba a los perros en la detección de casos reales, usando muestras de personas
que corren riesgo pero no presentan síntomas. Se espera que estos animales
logren lo que hoy día sólo es posible mediante el análisis de muestras de
tejidos y tomografías, y que lo hagan en menos tiempo, con un costo bajo y en
fases más tempranas de la enfermedad.
En la actualidad tres perros, todos ellos cruza
de collie de la frontera, participan en el programa de entrenamiento. Forman el
equipo canino de un proyecto emprendido en colaboración con la Universidad
Semmelweis, en Budapest, para desarrollar un protocolo científicamente confiable
de medición de la exactitud de los perros. La universidad reúne muestras de
aliento para experimentos de doble ciego. Hasta ahora, las pruebas preliminares
indican que los perros tienen una exactitud de 99 por ciento en la
identificación de muestras de aliento de pacientes cancerosos.
La doctora Magdolna Póczi, directora de
neumología del Hospital Dr. Albert Kenessey, en Balassagyarmat, Hungría, está
muy entusiasmada con el proyecto. “Conocemos muchas de las maneras en que la
humanidad emplea las fantásticas habilidades de los perros”, dice. “Ésta es una
más”.
Tibi, el perro
terapeuta
El cachorro tenía un mes de nacido cuando
alguien lo encontró abandonado en una calle de Craiova, Rumania, y lo entregó al
grupo de rescate de animales Vier Pfoten, donde no tardaron en descubrir que
poseía una inteligencia extraordinaria.
Era justo el tipo de perro que
estaban buscando: uno muy apto para ayudar a niños con síndrome de Down, autismo
y otras discapacidades. Lo llamaron Tibi, y en 2004, cuando este perro de raza
criolla cumplió un año de edad, los psicólogos y entrenadores del grupo le
dieron un adiestramiento intensivo de seis meses.
Hoy día, a sus 10 años, Tibi es un experimentado
perro de terapia que ha ayudado a más de 20 niños discapacitados. Uno de ellos
es Nicu, un robusto chico de 13 años, de rizado cabello negro y piel muy blanca.
Cuando Nicu entra a la sala de terapia en Vier Pfoten, saluda: “¡Buna ziua!”
(¡Hola!). Y al ver a su amigo de cuatro patas, exclama: “¡Tibi!” El perro corre
directamente hacia él, moviendo la cola con evidente alegría.
Hace tres años, cuando Nicu ingresó en el
programa, era muy tímido y tenía serios problemas de coordinación motora y del
habla. Tibi lo acompañaba a sus sesiones de terapia, y rápidamente se hicieron
amigos. Ahora los movimientos de Nicu son más coordinados y naturales, pone más
atención cuando otros le hablan y se encarga de satisfacer algunas de sus
necesidades básicas.
“Nicu a menudo era ridiculizado por otros
niños”, dice Victor Chitic, su psicólogo, “pero en Tibi ha encontrado un amigo
que nunca lo juzga ni lo critica. Gracias al perro, Nicu ha dejado de ser
tímido”.
Eycko, el investigador
de incendios
Este perro ovejero belga de tres años y su
entrenador, Bruno Roumeau, agente de policía francés de 49 años, son compañeros
en la investigación de incendios provocados. Eycko es uno de seis perros en
Francia que han sido adiestrados especialmente para detectar diésel, alcohol, gasolina y
otros acelerantes de fuego que se utilizan en esta clase de siniestros. En el
lugar del incendio, Eycko olfatea entre los escombros; empuja las cenizas con la
nariz, tratando de identificar el punto donde el olor es más intenso, y una vez
que lo encuentra, se echa a un lado. Entonces los investigadores pueden empezar
a determinar si el incendio fue deliberado. “El trabajo con perros en escenarios
de incendio es una técnica reciente en Francia”, dice Roumeau. “Se adoptó hace
apenas tres años, pero
los resultados
son más que convincentes”. Eycko tiene una
tasa de aciertos de 90 por ciento.