Omar López Mato nos hace Ver en su libro “Males de artistas”:
“Renoir no usó jamás anteojos y siguió pintando el mundo a través de sus ojos sin interposición de lentes que alterasen su percepción del mundo. Pero Renoir además padeció otra enfermedad que a pesar de demoledora e invalidante, jamás se reflejó en sus cuadros y poco afectó su actividad. Renoir padeció una artritis reumática que progresivamente deformó sus manos y sus pies hasta limitarlo a una silla de ruedas y obligarlo a trabajar con los pinceles atados a las manos.
Pero, como hemos dicho, ésto no limitó a Renoir, que siempre buscó un remedio a esta afección: baños termales, calor, analgésicos, ejercicios. Siguiendo los consejos de sus médicos se trasladó del frío y húmedo París, al mediodía francés. Sus cuadros así brillaron con la luz del sol que todo lo invadía. En 1880 se había roto su brazo derecho en un accidente de bicicletas, pero se sobrepuso con el pasar de los días. En 1897 tuvo otro accidente y nuevamente se fracturo el brazo derecho, que sumado a su invalidez le impidió moverlo. Pero esto no fue un obstáculo, con ese optimismo que no lo abandonaba aprendió a pintar con la mano izquierda: " Me gusta mi trabajo con la mano izquierda", dijo, "Es muy divertido y mis cuadros son mejores que si los hubiese hecho con mi mano derecha. Es bueno haberme roto mi brazo. Me hace progresar". Sus colegas, Pisarro y Monet se asombraban de estos progresos, pero también miraban entristecidos el inexorable deterioro de su estado general que le hacia perder peso hasta llegar a los cincuenta kilos. Pero Renoir continuaba pintando, con la fuerza y la alegría que trasmitía su pintura. Necesitaba ayuda para movilizarse, para cambiar los pinceles y mezclar los colores. Pero Renoir seguía pintando. En 1912 tuvo un accidente cerebro vascular. Renoir se recuperó y siguió pintando. En sus últimos años los dolores articulares lo obligaban a permanecer en su habitación por semanas. Pero Renoir seguía pintando. Su ultimo cuadro lo finalizó un día antes de su muerte a los 78 años. Cada vez que veamos una de las 6000 de sus obras que pintó en vida, no sólo veremos sus colores, el esfumado de sus bordes, la delicadeza de sus mujeres. Veremos al hombre que se sobrepuso a la adversidad”.
Y una anécdota de amigos…
Mientras pintaba Auguste Renoir –soportando tanto dolor-, su amigo Henri Mattise (30 años menor) le expresa: “¿Por qué insistes en trabajar si el dolor te está torturando de esa manera?”,
“Porque el dolor pasa, pero la belleza queda”, respondió el hombre sufriente.