Ellos tienen razón esa felicidad al menos con mayúscula no existe ah pero si existiera con minúscula seria semejante a nuestra breve presoledad.
Después de la alegría viene la soledad después de la plenitud viene la soledad después del amor viene la soledad.
Ya se que es una pobre deformación pero lo cierto es que en ese durable minuto uno se siente sólo en el mundo.
Sin asideros sin pretextos sin abrazos sin rencores sin las cosas que unen o separan y en esa sola manera de estar solo ni siquiera uno se apiada de uno mismo.
Los datos objetivos son como sigue.
Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos claro que la soledad no viene sola.
Si se mira por sobre el hombro mustio de nuestras soledades se vera un largo y compacto imposible un sencillo respeto por terceros o cuartos ese percance de ser buena gente.
Después de la alegría después de la plenitud después del amor viene la soledad.
Conforme pero que vendrá después de la soledad.
A veces no me siento tan solo si imagino mejor dicho si sé que mas allá de mi soledad y de la tuya otra vez estas vos aunque sea preguntándote a solas que vendrá después de la soledad.
CIELO, LA SOLEDAD HA SIDO INSPIRACION DE GRANDES POETAS.
LA DOROTEA por Lope de Vega
I
A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan los pensamientos. No sé qué tiene el aldea donde vivo y donde muero, que con venir de mí mismo no puedo venir más lejos. Ni estoy bien ni mal conmigo, mas dice el entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo. Entiendo lo que me basta y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio. De cuantas cosas me cansan fácilmente me defiendo, pero no puedo guardarme de los peligros de un necio. Él dirá que yo lo soy, pero con falso argumento, que humildad y necedad no caben en un sujeto. La diferencia conozco porque en él y en mí contemplo su locura en su arrogancia, mi humildad en mi desprecio. O sabe naturaleza más que supo en este tiempo, o tantos que nacen sabios es porque lo dicen ellos. "Sólo sé no sé nada", dijo un filósofo, haciendo la cuenta con su humildad, adonde lo más es menos. No me precio de entendido, de desdichado me precio, que los que no son dichosos ¿cómo pueden ser discretos? No puede durar el mundo, porque dicen, y lo creo, que suena a vidrio quebrado y que ha de romperse presto. Señales son del juicio ver que todos le perdemos, unos por carta de más, otros por carta de menos. Dijeron que antiguamente se fue la verdad al cielo; tal la pusieron los hombres, que desde entonces no ha vuelto. En dos edades vivimos los propios y los ajenos; la de plata los extraños y la de cobre los nuestros. ¿A quién no dará cuidado, si es español verdadero, ver los hombres a lo antiguo y el valor a lo moderno? Todos andan bien vestidos, y quejándose de los precios, de medio arriba, romanos; de medio abajo, romeros. Dijo Dios que comería su pan el hombre primero en el sudor de su cara por quebrar su mandamiento, y algunos, inobedientes a la verguenza y al miedo, con las prendas de su honor han trocado los efectos. Virtud y filosofía peregrinan como ciegos; el uno se lleva al otro, llorando van y pidiendo. Dos polos tiene la tierra, universal movimiento: la mejor vida, el favor; la mejor sangre, el dinero. Oigo tañer las campanas y no me espanto, aunque puedo, que en lugar de tantas cruces haya tantos hombres muertos. Mirando estoy los sepulcros, cuyos mármoles eternos están diciendo sin lengua que no lo fueron sus dueños. ¡Oh, bien haya quien los hizo, porque solamente en ellos de los poderosos grandes se vengaron los pequeños! Fea pintan a la envidia, yo confieso que la tengo de unos hombres que no saben quién vive pared en medio. Sin libros y sin papeles, sin tratos, cuentas ni cuentos, cuando quieren escribir piden prestado el tintero. Sin ser pobres ni ricos tienen chimenea y huerto; no los despiertan cuidados, ni pretensiones, ni pleitos; ni murmuraron del grande, ni ofendieron al pequeño; nunca, como yo, firmaron parabién ni pascua dieron. Con esta envidia que digo y lo que paso en silencio, y mis soledades voy, de mis soledades vengo.