Les dejo una corta historia, pero muy tierna y dulce para cerrar el fin de semana.
Cierta noche, estaban cenando, la mamá y su hijo pequeño en casa.
Accidentalmente, el niño derramó la leche, y su mamá le ordenó que limpiara el piso con el trapeador, el cual se encontraba en el patio.
Entonces, el niño abrió la puerta, y la mamá se percató de que él tenía miedo; así que ella le dijo cariñosamente:
No temas, hijo. Dios está en todas partes, inclusive en la oscuridad de la noche.
Entonces el niño se volteó hacia el patio y gritó:
¡Dios! ¿Me pasas el trapeador por favor?
Me pareció una historia tierna, llena de inocencia y muy dulce. Como los niños, a pesar de sentir miedo, al mismo tiempo perciben la presencia de Dios de una forma tan real, que casi podría servirnos de ejemplo.