Cuando nuestra mente está serena y nuestro corazón limpio y lleno de buenos sentimientos, experimentamos alegría y satisfacción de forma natural.
Para mantener esta experiencia, es necesario revisar la calidad de nuestros pensamientos y evitar todos aquellos que nos traen intranquilidad y preocupación.
Para permanecer tranquilos y contentos hay varios tipos de pensamientos con los que hemos de terminar: -
Debemos desechar la arrogancia sutil, como..: “Soy el único que puede hacer bien esto”..., o bien... “Nadie me tiene en cuenta”. Los dos extremos son peligrosos, tanto valorarse en exceso como infravalorarse se basan en la arrogancia sutil. He de apreciarme y valorarme a mí mismo, pero siempre blandiendo el escudo protector de la humildad, para ser capaz de ver las especialidades y virtudes de los demás. La combinación de auto-respeto y humildad me capacita a conseguir el justo equilibrio.
- Evitar también los rastros de deseos y expectativas..: “Estoy bien pero si tuviera esto"… No caer en esta trampa. Los deseos nunca se acaban. Satisfacemos uno y emergen diez más. El método es valorar todas las cosas buenas que ya tengo, tener una actitud de agradecimiento y seguir haciendo esfuerzos con honestidad por mejorar y progresar.
- Eliminar la visión crítica...: “Fíjate lo que están haciendo... ¿Cómo es posible que digan esto?... Yo no lo haría así, tendría que hacerse de esta forma”... La visión crítica trae intranquilidad a la mente y nos convierte en jueces de los demás. En lugar de ello, apreciar los puntos de vista diferentes y valorar la diversidad de la vida. Sería muy aburrido si todos pensaran e hicieran las cosas como yo. Cada uno tiene su forma particular de tratar o resolver las situaciones. ¿Qué es lo que yo debo hacer? Ser cooperativo y ofrecer mis especialidades e ideas, pero sin la expectativa de que sean aceptadas. Ofrecerlo como un regalo, sin esperar el reconocimiento o aplauso.
Una mente positiva y sana es la base para una vida sana, feliz y llena de satisfacción.