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Ni Lady Gaga , ni Miley Cyrus, ni Britney Spears, ni Christina Aguilera… ninguna de las voces que acaparan la atención en los titulares musicales puede hacerle sombra a ella. Fue de las primeras en llevar por bandera su peculiar estilo y en hacer de los cambios camaleónicos una rutina. Su exotismo, su magnetismo, su personalidad conquistó y convirtió sus temas en himnos, haciéndola merecedora de su apodo. No es la reina ni la princesa del pop, es la diosa. Cher regresa a las estanterías con un nuevo trabajo, Closer to the truth, que llega tras doce años de silencio, después de cientos de conciertos y un espectáculo en Las Vegas, con más de 200 citas en las que repasó sus temas más conocidos.
En este disco número 26, Cher da una nueva vuelta de tuerca a su estilo, adaptándose a los tiempos que corren con la ayuda de Timbaland, Pink y los toques electrónicos de Paul Oakenfold. No deja de confiar en amigos como Paul Barry, uno de los autores de Believe (una canción que supuso un antes y un después en su carrera, de la que logró vender 11 millones de copias y colocarse 23 semanas seguidas en la lista de los temas dance más populares en la lista de ventas) y Strong enough, y Jake Serás, cantante de Scissor Sisters, con quien hace un dúo. El primer corte es Woman’s World en el que vuelve a reivindicar el papel de la mujer en el mundo actual y la diversidad.
Y es que ¿quién es más diferente que ella? Con un Oscar en su haber por Moonstruck (1988) y numerosos looks, a cada cual más original, a sus 67 años el paradigma de las divas regresa pisando fuerte y demostrando que nunca es tarde para volver a pisar fuerte un escenario, que los sonidos pueden reinventarse tanto como la imagen. Y es que, más madura, pero igual de rompedora, Cher puede presumir de seguir siendo una auténtica estrella.