El término "Señor" no debe utilizarse a la ligera. Cuando esa palabra aparece en relación con Jesucristo,
se refiere a Aquel que es soberano sobre la vida y la creación. En el idioma griego, este título para Jesús
es kurios, uno que gobierna la vida de otros para el bien de ellos.
Recuerdo la vez que estuve hospitalizado hace años, y llegué a la conclusión de que estaba allí porque
Cristo no era el Señor de mi vida. Si alguien hubiera estado observando mi vida en aquel entonces,
probablemente habría pensado que le estaba sirviendo con todo mi ser. Estaba sobrecargado de proyectos
y planes para la obra del Reino. Pero ese era, en realidad, el problema. Cuando Dios me dijo que hiciera un
alto, que frenara, o que hiciera algo diferente a lo que había planeado, seguí haciendo lo mismo. De
espaldas en el hospital, finalmente permanecí quieto el tiempo suficiente para que el Señor me recordara
que solamente él podía dirigir mis pasos (Jer 10.23).
Usamos el término "Señor" en la conversación y en nuestras oraciones, pero luego negamos su significado
al desafiar su voluntad y su obra en nuestras vidas. Nuestra resistencia es a menudo sutil. Por ejemplo,
un creyente puede condicionar su obediencia, diciendo: "Voy a obedecer al Señor ", o "Quiero hacer lo
correcto,"
La pregunta de Jesús a sus discípulos en Lucas 6.46 debió causarles un profundo dolor: "¿Por qué me
llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo?" Cuando pidamos al Señor, debemos estar preparados
para obedecerle sin resistencia o excusas. él es quien nos gobierna para nuestro bien.
Dr. Charles F. Stanley