Reflexión de una madre que despertó, al escuchar el clamor del sacrificio ofrecido por su hijo.
Nuestros hijos , salieron a la calle a protestar por las deplorables condiciones en la calidad de vida de nuestro pais
y se encontraron con una violenta represión tiránica del gobierno, cobrándoles su manifestación con sus propias
vidas, dejándolos heridos y sin libertad de poder regresar a sus casas… con el objetivo de intimidarlos
y desalentarlos. Esto laceró las entrañas de nuestros hogares, sometiéndonos a la aflicción y al amargo dolor de vivir
una angustia expectante, por las lágrimas de sangre derramadas por la madre tierra que los ha visto nacer y crecer,
llorando por quiénes se les ha cegado la luz de su porvenir.
Para asombro de muchos, nuestros hijos, nos sorprendieron con una respuesta inusitada e inesperada,
cargada de arrojo, gallardía y valentía, regresando a las calles transformando su protesta en el sacrificio
de ofrecer sus vidas por voluntad propia, resistiéndose a continuar paralizados por el miedo,
en defensa de sus derechos…para despertar la conciencia de todos, en el valor primordial de la dignidad personal
y de la vida misma, que no se vende, que no se negocia, que no se deja intimidar por temor a perder
conveniencias particulares del momento; como también de esa conciencia que trasciende y se proyecta
en el tiempo, asumiendo las consecuencias de nuestras obras. Para mostrarnos también, el camino a seguir,
con un destino dibujado en sus almas y unidos por un espíritu de liberación, que pasa de manera ineludible
por cambiar el rumbo de las condiciones presentes, con el cambio a un gobierno que abra nuevas posibilidades.
Nos han demostrado un sacrificio generoso, por amor a los suyos, a sus hermanos, a sus padres
y a sus futuros hijos... encarnando y confiando intuitivamente en las premisas de sabiduría que dicen:
No hay amor más grande, que dar la vida por tus hermanos… y que el único camino de la liberación
de la maldad y de la muerte es el amor verdadero. Pero ellos solos, no pueden… necesitan todo
de nuestro apoyo. No permitamos que su sangre derramada quede sin sentido, perdida en el olvido
indiferente o indolente; o vaya envenenando la nueva vida por el resentimiento del mal no liberado.
Unámonos a su lucha; pues en la unión está la fuerza y en ésta el poder de triunfar.
Sigamos el camino de la resistencia cívica, pacìfica , activa, inteligente y estratégica;
juntos en una sola voluntad y un único rumbo; con constancia hasta lograr nuestra libertad.
Escuchemos su clamor indignado y despertemos la conciencia ante la inmensa responsabilidad
que tenemos, como a la esperanza de vida; para poder lograr la victoria de la verdad
y el bien común de las generaciones que han de venir.