¿ LA IRA COMIENZA EN EL CORAZòN?
“Lo que está en el corazón determina lo que uno dice.” Mateo 12:34b (NTV)
El problema del manejo de la ira no se resolverá con una visita al médico o viendo un episodio de “Dr. Phil” o con un libro de auto ayuda. El verdadero secreto del manejo de la ira es el poder de Dios, para que cambies en tu interior. Romanos 15:5 dice: “Aunque, en realidad, es Dios quien nos da paciencia y nos anima. A él le pido que los ayude a ustedes a llevarse bien con todos, siguiendo el ejemplo de Jesucristo“(TLA).
¿Cómo ayuda Dios con tu mal hábito de la ira? Él va directo al corazón del problema, porque es un problema en el corazón. La ira no se inicia en tu comportamiento, tus antecedentes o tus sentimientos. Se inicia en el corazón.
La Biblia dice: “Lo que está en el corazón determina lo que uno dice." Mateo 12:34 b (NTV). Nuestras bocas sólo traicionan lo que en verdad tenemos dentro. A veces oigo decir algo realmente significativo o poco amable y luego dicen: “¡Huy!, No sé qué me pasó. Ese no soy yo”.
¡Oh, sí que lo eres! Tu boca sólo revela lo que hay en tu corazón. La lengua áspera de algunos revela un corazón enojado. Cuando conoces a alguien con una lengua negativa, sabes que tiene un corazón temible. Cuando alguien tiene una lengua presumida, revela un corazón inseguro. Alguien con una lengua que enjuicia, simplemente expone un corazón culpable. Alguien con una lengua sucia tiene un corazón impuro.
Por otro lado, si encuentras a alguien que siempre está animando a otros, él tiene un corazón feliz. Si siempre está hablando de una manera apacible, sabes que tiene un corazón amoroso. Si él es capaz de controlar sus palabras, sabes que tiene un corazón apacible.
¿Estás satisfecho con las palabras que naturalmente salen de tu boca? Si no, entonces necesitas un trasplante de corazón. ¡Necesitas un corazón nuevo! David dice en el Salmo 51:10: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu" (NVI).
Si tu corazón está llorando por dentro, es porque no has recibido plenamente la calidez y seguridad de una relación con Jesucristo. Jesús puede sustituir un corazón herido con su amor. Él se preocupa por tu dolor, y te ayudará a sanar para que tus palabras den vida y revelen la esperanza que tienes en Cristo.