Llegas a mi vida como un huracán, arrasando con todo lo que hay en ella. No importa qué tanto me esconda o qué tan lejos esté, tienes la habilidad de estremecer mi mundo, cambiar las coordenadas de mi destino. Siempre he pensado que puedo recolectar los pedazos de mi corazón y unirlos. Pero eres más fuerte que eso, estás en cada milésima de mi alma, esparcido por cada parte de mi ser y se me complica la existencia con sólo verte.
Lo que para ti es un juego para mi es una constante lucha de supervivencia. Sé que debo seguir y no permitir que ese huracán arrase nuevamente mis cimientos, pero qué difícil es aceptar que no eres ni serás parte de mis días. Quisiera poder borrar mi memoria y con ella lo que me sigue uniendo a ti, que a ciencia cierta no tiene explicación lógica y aun siendo consciente de eso te amo más que a mí misma.
Puedo ver en tu mirada que no soy para ti lo que tú eres para mí y cada noche le pido a Dios con toda mi alma que te borre de mis pensamientos.
Sé que ese día, el de olvidarte está muy cerca, sé que ese instante el de mirarte a los ojos y no estremecer llegará. Pero mientras eso sucede, mientras mi corazón te olvida, ¿cómo le digo a mi cerebro que no pronuncie tu nombre?
A veces es tan difícil... Pero no imposible. Todo lo que sube tiene que bajar y así, como un día llegaste a mi vida para hacerla un mar de sentimientos, así mismo lograré alejarte de ella. No eres para mí, no soy para ti. Así de simple. Ojalá que cuando puedas despertar de tus sueños te des cuenta de que amar es más que una simple palabra detrás de cuatro paredes.
Yo soy dueña de mi destino y así está escrito en el camino de la vida. Sólo me resta decirte gracias por ser parte de mi aprendizaje, eres y serás mi amor eterno pero sumergido en el baúl de los sueños, porque prefiero pensar que fuiste un sueño y nada más.