AMOR DE MADRE - aquinosreunimospersonaspositivas

Y en el largo capitulo de las mujeres, Señor, ten piedad de las mujeres
¡Castiga mi alma, pero ten piedad de las mujeres
Enloquece mi espíritu, pero ten piedad de las mujeres
Llaga mi carne, pero ten piedad de las mujeres!

Ten piedad de la muchacha fea que sirve toda la vida
La casa, comida y ropa limpia de la chica bonita
Y ten todavía más piedad de esa muchacha bonita
Que el hombre molesta porque el hombre no es bueno,
¡no es bueno, Señor!

Ten piedad de las muchachitas de las calles transversales
Que tienen por apoyo en la vida a la Santa Ventana de la Consolación
Y sueñan exaltadas en los cuartos humildes
Con los ojos perdidos y el seno en la mano.

Ten piedad de la mujer en su primer coito
Donde se crea la primera alegría de la Creación
Y donde se consuma la tragedia de los ángeles
Y donde la muerte encuentra la vida en desintegración.

Ten piedad de la mujer en el instante del parto
Donde ella es como agua estallando en convulsión
Donde ella es como tierra vomitando cólera
Donde ella es como la luna pariendo desilusión.

Ten piedad de las mujeres que se llaman divorciadas
Porque en ellas se rehace misteriosamente la virginidad
Pero ten piedad también de las mujeres casadas
Que se sacrifican y se simplifican a cambio de nada.

Ten piedad, Señor, de las mujeres a las que llaman vagabundas
Porque son desdichadas, explotadas e infecundas
Y venden a bajo precio muchos instantes de olvido
Y en pago el hombre mata con navaja, con fuego, con veneno.

Ten piedad, Señor, de las primeras novias
De cuerpo hermético y corazón patético
Que salen a la calle felices y siempre vuelven desgraciadas
Que se creen vestidas y en verdad viven desnudas.

Ten piedad, Señor, de todas las mujeres
Porque nadie más que ellas merece tanto amor y amistad
Porque nadie más que ellas desea tanto poesía y sinceridad
Porque nadie más que ellas precisa tanto alegría y serenidad.

Ten infinita piedad de ellas, Señor, porque son puras
Porque son niñas, son trágicas, son bellas
Y marchan al soplo de los vientos y pecan
Y tienen la única emoción de la vida en ellas.

Ten piedad de ellas, Señor, una me dijo
Que tenía piedad de sí misma y de su loca mocedad
Y otra, ante la simple emoción del amor piadoso
Deliraba y se deshacía en gozo de amor carnal.

Ten piedad de ellas, Señor, porque dentro de ellas
La vida hiere más hondo y más fecundo
Y el sexo está en ellas, y el mundo está en ellas
Y la locura reside en este mundo.

Ten piedad, Señor, de las santas mujeres
De los niños viejos, de los hombres humillados sé, en fin
Piadoso con todos, porque todo merece piedad
Y si alguna piedad te sobra, Señor, ¡ten piedad de mí!

Vinicius De Moraes.