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Leí
la historia de un indígena de Oceanía, que navegando con su canoa fue
empujado por una fuerte corriente marina que lo alejó de la costa y lo
llevó mar adentro.
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Durante 32 días estuvo a la deriva, hasta que la tripulación de un barco pesquero japonés lo rescató.
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Cuando
todo hubo pasado, el indígena contó a los asombrados reporteros que
había sobrevivido un mes solo en alta mar gracias a lo expresado en el
Salmo 121.
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Precisamente
su constante oración y la recitación de este Salmo lo guardó de
volverse loco, como ocurre a menudo con los náufragos.
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Cada
vez que oraba, se apoderaba de el una sensación de gran paz. Cuando
pensaba que había llegado su fin, Dios le daba lo que necesitaba.
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Peces
voladores caían en su canoa, y con su caña de pescar atrapaba de vez en
cuando algo. Cierta vez una tortuga se acerco a su canoa. Logró
atraparla y el caparazón le sirvió para juntar agua de lluvia.
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El día que lo rescataron, cuando ya estaba tan decaído que no podía sentarse, vio pasar cerca un barco de carga.
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Demasiado
débil para emitir una señal para que lo vieran, oro: "Señor, que el
capitán del barco vea mi canoa". Pero el barco paso lenta y
tranquilamente de largo y no lo vieron.
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Dispuesto a morir, encomendó a su mujer y a sus hijos a Dios para que los cuidara. Y de repente, apareció el barco Japonés.
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De
milagro, cuando todas las esperanzas habían terminado, cuando ya no
había mas fuerza para seguir resistiendo, Dios envió un barco pesquero
japonés que vio al hombre en la canoa, en medio del océano.
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Tal
vez hoy te sientas como ese indígena de Oceanía, solo en medio de tu
gran problema, agotado y sin esperanza, viendo como se aleja tu ultima
esperanza de salvación y sin fuerzas para gritar por ayuda. Te sientes
solo y defraudado por todos y sin ganas de continuar.
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Dios
vuelve a decirte que El está atento y que Su ayuda siempre es oportuna.
Dios nunca llega tarde, Dios siempre está atento, nunca se queda
dormido.
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El
Dueño de todo, del cielo y de la tierra esta siempre cuidando tu vida.
El nunca se distrae y su socorro siempre esta disponible y presente.
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No estás abandonado en el mar de tus problemas sin soluciones posibles. Dios está cerca y nunca te deja.
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Aunque tu canoa este haciendo agua y tengas miedo de ahogarte, Dios nunca llega tarde, Dios siempre te cuida.
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"Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra". (Salmos 121:2)
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