COMPETIR
"No seamos ambiciosos de vanagloria, provocándonos los unos a los otros, y recíprocamente envidiándonos." ( Gálatas, 5:26)
Al ser humano le gusta competir, para así comprobar que tiene tanto éxito o mas que el otro.
Se
compite con la inteligencia, belleza, riqueza y demás, siempre
comparando con lo que nos interesa, por ejemplo si no nos interesa la
riqueza, pues no competiremos con aquellos que son ricos, pero si nos
interesa el deporte, ahí sí competiremos.
Todo ello provoca en
nuestro ser emociones que no van de acuerdo con las virtudes cristianas,
porque al querer competir, queremos ser los mejores, y es así como la
falta de humildad se notará en nosotros, y haremos que los demás se
sientan inferiores y humillados.
Con las competencias casi siempre aparece enemistad y rivalidad.
El perdedor desprecia el triunfo de sus rivales surgiendo en él malos sentimientos envidiosos.
Debemos
rechazar esos pensamientos competitivos cambiándolos por otros
positivos, pensando siempre lo que somos a nivel individual como
personas, sin compararnos con nadie.
La competencia no tiene cabida entre los cristianos.
Debemos
ser unidos en el amor, sin competir, porque si amamos a alguien,
deseamos su felicidad, y nosotros también nos sentiremos felices si él
también lo es, porque el éxito no depende de "ganar" en la competencia,
sino de ganar a Dios en el corazón, haciéndonos partícipes de los bienes
del cielo.
LEONOR
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