Un discípulo fue en busca del rabino
Nahman, de Braslaw:
- No continuaré mis estudios de los
textos sagrados - dijo.
- Vivo en una pequeña casa con mis
padres y hermanos y nunca encuentro las condiciones ideales para
concentrarme en lo que es importante.
Nahman señaló al sol y pidió a su
discípulo que pusiera la mano frente a su cara, de manera que quedara
oculto. Y así lo hizo éste.
- Tu mano es pequeña y, sin embargo, ha
conseguido cubrir totalmente la fuerza, la luz y la majestad del inmenso
sol.
De la misma manera, los pequeños
problemas consiguen darte la disculpa necesaria para no seguir adelante en
tu búsqueda espiritual.
Así como la mano tiene el poder de
esconder el sol, la mediocridad tiene el poder de esconder la luz
interior. No culpes a los otros por tu propia incompetencia.
Desconozco su autor