La Escritura nos dice que Moisés era muy manso (Números 12:3). A decir verdad, era el hombre más manso sobre la faz de la tierra. Dicho de otra manera, él podía mantener un buen equilibrio entre los extremos emocionales. ¿Cómo era Moisés? Era paciente y sufrido con los israelitas. Cuando pudo haberlos criticado duramente por sus pecados y rebelión, rogó por ellos en cambio. Cuando Dios le ordenó liderarlos y guiarlos, aguantó décadas de reniegos y quejas e insolencia de estas personas que nunca parecían cansarse de probar su paciencia y resistencia. ¡Pero cuando bajó de estar reunido con el Señor en la cima de la montaña y vio a los israelitas inclinarse y venerar al becerro de oro que habían hecho, se enojó tanto que tiró las tablas con los Diez Mandamientos escritos en ellas!