Es una de la grandes atracciones turísticas de la ciudad rusa de Volgogrado, pero también un santuario de los patriotas y nacionalistas rusos que se dan cita a sus pies para conmemorar la victoria sobre los invasores nazis en la sangrienta batalla de Stalingrado en 1943. La estatua o el monumento a la Madre Rusia, también llamada “la Madre Patria te llama”, fue en su día la estatua más grande del mundo y aun hoy impresiona con su dramatismo y sus colosales dimensiones.
Del terrible recuerdo de uno de los episodios más terribles de la II Guerra Mundial, donde se luchó casa por casa y los muertos, por fuego enemigo (y a causa del hambre y el frío) se amontonaban en las calles, la ciudad de Stalingrado, hoy Volgogrado, salió convertida en el símbolo de la resistencia y del orgullo del pueblo ruso.
Así que en 1959 se decidió levantar esta majestuosa estatua sobre la colina de Mamyév Kurgán que acabó de construirse en 1967. En ese momento era la más grande del planeta, con 85 metros de altura y casi 8.000 toneladas de peso. Se eligió como tema una representación de Niké, la diosa griega de la victoria, transformada convenientemente en una alegoría de la Madre Rusia.
En plena Guerra Fría la idea era, de paso, deslumbrar a Occidente. Lo cierto es que aun hoy este lugar resulta sobrecogedor. Especialmente llamativa es la gigantesca espada que sostiene la dama, que mide 33 metros y pesa 14 toneladas. Su estructura era originalmente de acero inoxidable y hojas de titanio, pero por temor a que el viento la arrancara obligó a las autoridades a sustituirla por otra más ligera y segura.
Hoy miles de turistas, rusos y extranjeros, ascienden a la colona para disfrutar de unas fabulosas vistas de la ciudad bajo la protección de esta faraónica y poderosa Madre Rusia de acero y hormigón.