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General: TRAMPA CON BIGOTES (CUENTO)
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De: LEO-MARI (Mensaje original) |
Enviado: 24/12/2015 15:41 |
Violeta era una abuelita que vivía
sola. Sus tres hijos se habían casado y tenían sus propios hijos, por lo
que Violeta tenía muchos nietos. Si bien en su barrio había vecinas
con las que charlaba un montón y se entretenía tejiendo para sus nietos o
viendo tele, muchas veces se sentía sola. Sus hijos y nietitos iban a
visitarla todas las semanas, pero de todos modos, muchas veces, el día
se le hacía, largo, muy largo. Ya no había nadie a quien esperar con
la comida hecha, ni mucha ropa para planchar, ni habitaciones con
juguetes tirados para ordenar una y otra vez. No es fácil vivir solo
para alguien que dedicó toda su vida a atender a los demás. Su nieto
menor, Santi, que tenía doce años, estaba muy preocupado por la soledad
de su abuelita y algo quería hacer. En la casa de Santi siempre había
habido mascotas y él sabía que eran una excelente compañía, así que se
le ocurrió que un animalito podía ayudar mucho a su abuela. El problema
era que a Violeta no le gustaban las mascotas y jamás había tenido una.
Siempre decía que con sus hijos había tenido suficiente trabajo como
para andar atendiendo animalitos. A Santi se le ocurrió una idea.
Nacho, su mejor amigo, tenía una gata que había tenido cuatro gatitos.
Fue a ver a su amigo y le dijo: —¿Me prestarías una gatita bebé?
—¿Qué te preste una gatita? —preguntó Nacho sorprendido—. Los animales
no se prestan. —Es para mi abuelita, creo que le puede venir muy bien.
—¿Tiene ratones en la casa? —Está sola. —¿Con los ratones? —No, nene,
no tiene ratones, es que vive sola y creo que una mascota le vendría
bien. —Y… regalásela, entonces. —Por ahora no. Te la pido prestada
porque a mi abuela no le gustan los animales. Quiero hacer la prueba, a
ver si con una gatita bebé se encariña. Me da pena, creo que si insisto
puede llegar a aceptar. A Nacho le pareció un poco rara la situación,
pero le prestó la gatita para ayudar a su amigo. —Cuidámela bien, y si
a tu abuela no le gusta me la traés, ¿dale? —¡Hecho! —contestó Santi
entusiasmado. Esa tarde, un poquito antes de la hora en que su abuela
salía a caminar, puso a la pequeña bebé en el umbral de la puerta. Al
rato, Violeta salió y, para su asombro, encontró al pequeño gato, o
gata, pues ni siquiera sabía qué era, y no supo qué hacer. No entendía
qué hacía allí el pequeño animalito. —Se debe haber perdido —pensó, y
agarrando a la gatita como a un carbón caliente la dejó bajo un árbol
por si su dueño llegaba a buscarla. Violeta se fue a caminar como
todos los días y no pensó más en el asunto. Santi, que espiaba desde la
vereda de enfrente, se sintió un poco desilusionado. Pero no se daría
por vencido fácilmente. Cuando volvió, el gatito otra vez estaba en el
umbral. Esta vez parecía que la miraba fijo, Violeta hubiera jurado que
hasta le había guiñado un ojito. —¡Pero que gato atrevido, este! ¿Qué
hacés acá? ¿Por qué no te vas a tu casa? Por supuesto la gatita nada
contestó, pero seguía mirándola fijamente. —Debés tener hambre —dijo
Violeta y le alcanzó un platito con leche. Luego de ello cerró la puerta
y volvió a olvidarse del tema. Al día siguiente, Santi volvió a poner
a la gatita en el umbral de la puerta de su abuela y tocó el timbre.
Cuando Violeta le abrió, con la mejor cara de distraído que pudo poner
le dijo: —Tenés una gatita en la puerta, abu, ¿es tuya? —¿Gatita?
¿Qué gatita? ¿De qué hablás, Santi? —Mirá, abu, la gatita que está en
el umbral. Hoy pasé temprano cuando iba al colegio y ya estaba. Y ahora,
al volver, sigue allí. ¿Es tuya? —No, y tampoco va a serlo. No sé qué
le pasa, desde ayer que está acá. Nunca he querido mascotas en mi casa y
nunca las tendré. —Hacés mal, abuela, son una gran compañía; vos
vivís sola y ella podría ser tu compañera, podrían mirar tele juntas,
tendrías alguien a quien darle de comer y a quien cuidar. —Ya estoy
vieja para cuidar a nadie. No se hable más del tema y... ¿vos cómo sabés
que es gata y no gato? —Sólo con mirar bien, abu; pero bueno, como
digas. Cuando Santi se fue, la gatita seguía en la puerta de Violeta.
La abuela se quedó pensando en las palabras de su nieto. Espió por una
ventana del costado, para ver si la gatita se había ido, pero no. Allí
estaba la muy picarona, siguiéndola con la mirada, como si supiera que
Violeta la estaba espiando. —En fin, ya se cansará y se irá —dijo la
abuelita. Por la noche se desató una tormenta tan fuerte, que los
truenos despertaron a Violeta, quien del salto casi quedó pegada en el
techo del cuarto. Por otro lado, Santi tuvo que explicar su plan a sus
papás para que lo acompañaran a dejar a la pobre gata nuevamente en el
umbral. —¡Se va a empapar, hijo! —dijo su mamá. —Ya sé, mami. Y no
es que quiera que se resfríe, pero es necesario, a ver si la abuela se
conmueve y la entra. Llovía mucho y lo primero que vino a la mente de
Violeta fue la gatita mirona y cómo podía estar bajo esa lluvia
torrencial. Se puso el salto de cama, las pantuflas y abrió la puerta
de calle. Y allí estaba la pobre gata, mojada como trapo rejilla de la
cocina, con la carita tapada con sus patitas delanteras. A pesar de
que nunca le habían gustado las mascotas, Violeta era una buena persona y
se apiadó de la pobre gatita. La hizo entrar, la puso sobre una
frazadita vieja y le sirvió leche tibia. Recién ahí, mientras veía cómo
la gatita devoraba la leche, se dio cuenta de los largos bigotes que
tenía. Cuando terminó de tomar, levantó su cabecita y volvió a mirar a
la abuela como siempre lo hacía. Esta vez no le guiñó el ojo, pero
Violeta hubiera jurado que le había sonreído. —Cosas de vieja —pensó—.
Bueno, m’hija, por hoy vaya y pase. Mañana se busca otro hogar —con
estas palabras dejó a la gatita en la frazadita y se fue a dormir. La
mañana amaneció con mucho sol, pero igual hacía mucho frío. Con el tema
de la gata y la tormenta, Violeta se había olvidado su querida bolsa de
agua caliente, pero aun así sentía que sus pies estaban muy calentitos.
Cuando miró bien, vio a la gatita bigotuda hecha un hermoso ovillo
blanco alrededor de sus pies. No puso evitar sonreír. La gata despertó y
Violeta hubiera jurado que la había saludado con una de sus patitas
delanteras. Se arrimó bien cerquita de la abuela y se quedó hecha un
bollito en su pecho. Los bigotes pinchaban un poco, pero sin duda era
una sensación muy placentera. A partir de ese momento, la historia
cambió para siempre. Violeta no pudo evitar encariñarse con la bebé
mirona y bigotuda y volvió a tener alguien a quien cuidar. Ambas se
hicieron inseparables. Miraban tele juntas, Violeta tejía con la gatita
en el regazo y le hacia mimos todo el tiempo. Le tejió una frazadita
especialmente para ella y hasta le compró un hermoso moñito para el
cuello y un cascabel. La abuela descubrió que su familia tenía razón,
que en un pequeño animalito hay mucho, muchísimo amor para dar y
recibir. Y si bien no es lo mismo que cuidar a un hijo o a un nieto, la
sensación de volver a hacer cosas por alguien y de tener a quién atender
y con quién compartir la vida era maravillosa. Un día en que Santi
fue a saludar a su abuela y a la gatita, que por supuesto no hizo falta
devolver a su amiguito, le preguntó a Violeta qué nombre le pondría.
—La verdad, Santi, no se me ocurre ninguno, ¿y a vos? —Trampita,
abuela, ponéle Trampita —dijo Santi con una sonrisa picarona, mientras
veía cómo su abuela acariciaba a la pequeña gata. Fin Hecho el depósito
de ley 11.723. Derechos reservados. Prohibida su reproducción total o
parcial. Para pensar y conversar con papá y mamá: -
¿Pensaste alguna vez que una mascota puede ser una gran compañía? -
¿Conocés alguien que esté solito? ¿Un abuelo, un tío? - ¿Se te ocurrió
pensar que si esa persona tuviera un animalito para cuidar estaría menos
solo? - ¿Te preocupa que alguien este solito? ¿Hacés algo para
remediarlo, como el nietito del cuento?
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De: JuanJ |
Enviado: 25/12/2015 11:32 |
Excelente relato amiga Leonor...
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LINDO RELATO, MI LEITO... POR SI HAY ALGUNA ABUELITA QUE QUIERA UN PERRITO CHIHUAHUA PELUDO MEDIANITO, QUE NO LLENA DE QUERER JUGAR Y QUIERE ANDAR DETRAS TODO EL DIA, AQUI ESTA EL MARVIN DE LILY, JEJEJEJEJE
BUENO, NO ES MIO, SOLO LO CUIDO HASTA FEBRERO DEL 2017,
GRACIAS POR COMPARTIR, MI LEITO. FELIZ DIA
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