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EL PEREGRINO

Erase una vez un triste peregrino de fría mirada y alma vengadora. A todos aquellos que lo contradecían, inmediatamente los difamaba. Repartía muchas mentiras, en su andar por los chats, se había pertrechado en ellas. Eran su ataque y también su defensa. Vivía en su universo, de leyendas y amoríos.
Hablaba con amarga ironía de las mujeres que quiso, o cruzaron por su camino. Se refugió en su inteligencia muy elevada y mal empleada. No se quería dar cuenta que así su corazón se oxidaba. Su vida emotiva se convertía en un pozo muy profundo y vacío. Clamaba atención a zarpazos. Buscaba calor con desesperación. No quería congelarse. Un día de frío invierno, vagando por otros chat, tocó a las puertas de un castillo lejano.
Una Princesa de nombre desconocido le abrió. El peregrino se presentó y ella amable le saludó. Congeniaron desde ese primer día. Se contaron todo sobre sus vidas, hasta las penas de amores. Ella quería a un orgulloso rey. Peregrino tenía a su lejana Princesa. Sus mágicas mentiras parecían muy sinceras y desde entonces una linda amistad nació.
El Peregrino contaba a la Princesa sus historias reales o inventadas, de su errático caminar por el chat, nada preguntaba ella, él todo lo confesaba. Sus mails de cada día los titulaba y subrayaba:
SIEMPRE AMIGOS SIEMPRE PASE LO QUE PASE
MÁGICA AMADA AMIGA HASTA LA ETERNIDAD
La princesa los leía pero rara vez respondía, prefería la espontaneidad del chat o de su voz.
La llamaba seguido por teléfono y era sincero.
Un día de grandes verdades le regaló su mejor mentira:
Que nunca había tenido una amiga así en toda su vida!
Caminaron descalzos por bosques encantados. Admiraron atardeceres en el peine del viento. Ahí los abrazos surgieron con sentimiento. Juraron ante el cielo y el mar no separarse, ni permitir que nada ni nadie los enemistaran.
Volaron de la mano desde altos acantilados. Saltaron jugando felices en suaves nubes. Navegaron en góndolas por canales de Venecia. Con finos chocolates y champagne se brindaron.
Pidieron juntos deseos a todas las lunas llenas. Conocieron cuevas lejanas llenas de sortilegios. Se embriagaron bebiendo de la copa de los sueños, prometiéndose esa noche amistad infinita y eterna.
El pequeño chat de..., era su refugio del ruido. Se sumergieron juntos para ir al fondo del océano, guiados por delfines de sus antepasados marinos.
Disfrutaron por casi 2 años de la criticada amistad.
Un día la envidia invadió el canal donde vivían.
Se proliferaba la plaga por todos los canales!!!
El contrajo una terrible fiebre llamada obsesión,
con fuertes síntomas de celos delirantes, repartía insultos a los amigos de su Princesa, alimentaban su fiebre las comadres del chat. El lazo eterno de amistad y confianza agonizaba.
Ella trató de mantenerlo vivo cumpliendo lo prometido.
Cansada de falsos juramentos partió sin contagiarse.
El ahora vaga por todos los chats más congelado que antes.
Con sus e-mails redundantes que típicamente reparte.
Princesa abandonó el chat para nunca jamás volver.
Dejó al Peregrino por última vez y para siempre. Y colorín colorado así termina esta historia real, de la gran amistad virtual que falleció de mentiras.

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